En su andadura como amateur en los equipos nacionales ingleses, Luke Donald compartió avatares con un compañero de equipo, al que habitualmente emparejaban, llamado Robert Duck. Huelga decir la hilaridad que provocaba ver en el marcador “Donald – Duck”. Ayer, en el Children’s Miracle Network Hospitals Classic, el Pato Donald le entregó el bonito trofeo de este torneo (antiguo Walt Disney World Golf Classic) en un curioso giro del destino.
Donald logró el final soñado: la victoria en el torneo y el triunfo en la lista de ganancias del PGA Tour, y lo logró remontando cinco golpes y entregando la mejor tarjeta del día, un 64 (-8) que dejaba escaso lugar a las dudas sobre su supremacía sobre el golf mundial… independientemente de quién reciba el premio al mejor jugador del año en el PGA Tour. Sin margen de maniobra, Donald respondió con una actuación estelar y con seis birdies seguidos entre el 10 y 1l 15 que dejaron a su principal rival Webb Simpson, sin respuesta.
“Ya os dije que mi objetivo era ganar. Lo demás no servía. Creo que es una de los triunfos más satisfactorios de mi carrera por eso. Era a todo o nada”, declaraba Donald.
El número 1 del mundo logra así su segunda victoria del año después del Accenture Match Play Championship y su decimocuarto top ten en diecinueve torneos, cifras contundentes y mareantes, que quizá hayan pasado algo desapercibidas por el perfil moderado del genio inglés.
Justin Leonard volvió a quedar segundo en este torneo, a cuatro golpes de Donald, ya que anteriormente perdió en el playoff de la edición de 2006 ante Stephen Ames, mientras que Tom Pernice Jr, ya en edad sénior, recupera su sitio en el PGA Tour al ascender a la posición 121ª de la lista de ganancias, igual que el surcoreano Sunghoon Kang, que se metió en el top 125 con un birdie en el hoyo final del torneo y Billy Mayfair, que también lo ha logrado con su actuación en el resort de Disney.
Como contrapartida, el coreano Bio Kim y el argentino Fabián Gómez, magníficamente colocados tras la tercera jornada, se ven abocados a disputar la escuela después de una última vuelta pésima.
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