¡Feliz cumpleaños, Mr. Trevino!

Redacción | 01 de diciembre de 2014

Hoy, uno de diciembre, cumple 75 años Lee Trevino, uno de los tipos más singulares y carismáticos de la historia del golf. Desde que su tío le metió el gusanillo del golf a los seis años, el estadounidense encontró la pasión de su vida. En la más pura escuela Seve de jugador formado a sí mismo, Trevino se colaba en los campos y jugaba rápido, algo que le acompañó toda su vida, para que no le pillaran y con catorce años dejó la escuela para hacerse caddie, aprovechando el final de la jornada para pegar diariamente más de 300 bolas.

Ganador de seis majors y con ochenta y nueve victorias profesionales en su haber, la vida de Trevino da para hacer una o dos películas. Entre otras cosas, en 1956 se alistó en los marines y aprovechó los dos últimos años para jugar en Asia donde realmente se convirtió en un gran jugador; le alcanzó un rayo en 1965 durante el Western Open que le dejó con problemas de espalda toda su carrera y a pesar de ello siguió ganando; su swing es de cosecha propia porque nunca quiso dar clase con ningún profesor al que pudiera ganar en el campo y para la historia quedará la broma que le gastó a Nicklaus al tirarle una serpiente de goma antes de salir al playoff del US Open de 1971 que luego ganaría.

Y si su vida da para películas, sus frases y su sentido del humor dan para hacer varios libros. Ahí dejó frases absolutamente geniales. “Si hay tormenta eléctrica apuntaría al cielo con un hierro 1 porque ni siquiera Dios le puede pegar a un hierro 1”, es uno de sus aforismos más conocidos. En una ocasión le tocó jugar con Tony Jacklin y el campeón inglés le espetó: “Lee, hoy no quiero hablar durante la vuelta”, a lo que Trevino respondió: “Yo tampoco quiero que hables Tony, solo que escuches”. Como colofón traemos un ejemplo de cómo es el personaje cuando, jugándose unos 300.000$ en uno de los juegos de habilidad a los que era tan aficionado, consiguió en el playoff llevarse el triunfo al hacer un hoyo en uno en un par 3. Mientras la gente rugía y le vitoreaba, él, con gesto serio, dijo: “¿por qué todo este lío?, si estaba apuntando ahí.” Genio y figura.

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