La talla de los rivales es una medida más precisa de la grandeza de un golfista que su número de victorias. Billy Casper consideraba que estaba un peldaño por debajo de los tres grandes y llegó a titular su biografía «The Big Three and Me», pero precisamente la coexistencia de Casper con Palmer, Nicklaus y Player eleva su palmarés a un nivel superlativo.
Casper, fallecido el sábado en su casa de Springville a los 83 años por un ataque al corazón después de una serie de complicaciones médicas, logró 51 victorias en el PGA Tour (y tres majors, dos US Open y un Masters) en una época dominada por Nicklaus, Palmer y Player, e incluso logró más victorias que ellos en su mejor época. De 1964 a 1970, el estadounidense logró 27 victorias, dos más que Nicklaus y seis más que la suma de Palmer y Player.
Casper nacido en San Diego en 1931, empezó a jugar a los cinco años y se convirtió en caddie del San Diego Country Club a los once, una decisión que definía como «la más importante de su vida». Allí cultivó su amor por el deporte a la vez que afinaba su técnica y se ganaba un dinero, y a los quince años conoció a Ben Hogan y decidió hacerse profesional.
Después de pasar por la universidad de Notre Dame y el Ejército y casarse, Casper se hizo profesional en 1954 y no tardó en inaugurar su palmarés, ya que logró su primer título en el Labatt Open de 1956 y su primer major en el US Open de Winged Foot en 1959. A partir de 1956 ganó un título en 16 años consecutivos y se impuso en la lista de ganancias de 1966 y 1968, además de formar parte de ocho equipos de la Ryder Cup y ser admitido en el Salón de la Fama en 1978.
Poseedor de un afiladísimo juego corto, uno de los mejores de la historia del golf, prorrogó su historial de éxitos como sénior, donde logró nueve victorias, y fundó una exitosa empresa de diseño de campos de golf, Billy Casper Golf.
«Si buscabas a alguien que rindiera bajo presión, si querías que alguien recuperara para par, Billy Casper era tu hombre. Creo que a Billy lo subestimaban aquellos que no jugaban contra él. Los que competían contra él sabían lo especial que era». Son palabras de Jack Nicklaus, probablemente el mejor jugador de golf de la historia, otra buena vara para medir la grandeza de un jugador.
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