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Exhibición de garra de los baluartes europeos

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Óscar Díaz | 06 de diciembre de 2010

Graeme McDowell y Lee Westwood han puesto un magnífico colofón a la temporada golfística europea al imponerse, respectivamente, en el Chevron World Challenge y el Nedbank Golf Challenge, los dos espectaculares torneos por invitación que congregaban a ambos lados del Atlántico a la élite del golf mundial.

Quizá parezca ventajista recurrir a la épica europeísta y “colectivizar” el triunfo de McDowell y Westwood, cuando al fin y al cabo son fruto de su pujanza, su talento y su garra, lo cierto es que estas victorias parecen consecuencia directa de la deriva del golf europeo a lo largo de 2010… y ahí están los resultados de la Ryder, de los “grandes” y de los torneos del WGC, por no hablar del ranking mundial.

Y aunque nos pueda la euforia, habrá que dejar de lado las lecturas maximalistas para pasar a lo particular… aunque sea complicado descontextualizar las victorias de Westwood y de McDowell.

El norirlandés volvió a demostrar una vez más (y van…) que nunca se rinde y que mientras quede un golpe por dar, luchará hasta el final por obtener la victoria. Todo pintaba magníficamente para que Tiger Woods cerrara su annus horribilis (recordemos que el primer torneo al que faltó después de su percance doméstico fue este Chevron World Challenge, hace justo un año) con una victoria redentora, y de hecho salía con cuatro golpes de ventaja. Sin embargo, Tiger comenzó errático con el putter y McDowell no tardó en agarrarse al californiano cual pitbull, hasta que consiguió volver las tornas en la última fase del recorrido tras un extraño doble bogey de Woods.

Los últimos tres hoyos del torneo (17, 18 y 18 durante el playoff) fueron épicos: en el 17 Tiger se dejó una ocasión manifiesta de birdie mientras McDowell se veía obligado a declarar la bola injugable y acabar dropándose a más de 30 metros con escasa visibilidad y arbolito por medio. Aun así, el norirlandés firmó un bogey heroico después de un tercer golpe impecable y un putt pleno de confianza.

En el 18, Tiger jugó el hoyo de libro y se dejó un putt para birdie franco, mientras que McDowell dejaba la bola por la izquierda de bandera con un putt peliagudo de casi siete metros. Casi nadie apostaba por la heroicidad de McDowell… pero este es el mismo jugador que se ha llevado el US Open de este año, que firmó un -10 el último día del Open de Gales para llevarse el triunfo, que embocó un putt trascendental en el hoyo 16 del último partido del último día de la Ryder que decantó su enfrentamiento y el torneo. Incluso Steve Williams, no sabemos si por descuido, prepotencia o recurriendo a una picardía para meter presión a McDowell, ya se había quitado el peto de caddie dando por hecho el triunfo de su patrón. Y ya sabemos lo que ocurrió después. En el primer hoyo del playoff se repitió el guión: putt lejano embocado por parte de McDowell, putt algo más cercano marrado por Tiger.

Unas horas antes, en el Gary Player Country Club de Sun City, Lee Westwood apisonaba a sus rivales en el Nedbank Golf Challenge y no permitió que se pusiera en duda su status de número 1 mundial. Pese a contar con la desventaja de tener que “mover ficha” antes que Tiger (que amenazaba su cetro mundial desde su primer puesto provisional del Chevron Golf Challenge), el inglés cerró su participación con un impecable cuatro bajo par tras embocar un espectacular chip para birdie en el 18. Desde que se hizo con el número 1 mundial, Westwood lleva un segundo puesto en el HSBC Champions, un tercer puesto en el Dubai World Championship y un triunfo en el Nedbank World Challenge, con lo que queda claro que su dominio en el ránking mundial va mucho más allá de lo anecdótico.

El batallador Tim Clark, ganador este año del The Players Championship, consiguió hacerse con el segundo puesto en solitario tras salvar un buen putt para par en el último hoyo, mientras que el malagueño Miguel Ángel Jiménez, compartió el tercer puesto con el indolente aunque talentoso Retief Goosen e hizo las delicias del público sudafricano con su simpatía en el último green después de embocar un gran birdie para cerrar su participación en el torneo.