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Zona Pro

Europa tuerce la curva de la realidad

Enrique Soto | 01 de octubre de 2012

El equipo europeo, exultante (foto de Getty Images)

En ocasiones sucede que la realidad supera a la más perfecta de las ficciones. Las personas no estamos acostumbradas a ello porque vivimos siguiendo ciertas rutinas o costumbres; patrones que nos quitan la capacidad de sorprendernos en el día a día. Lo olvidamos pero sucede en contados momentos: un fenómeno nos impacta con tanta fuerza que es capaz de retorcer nuestro carácter, cambiar la forma en que miramos alrededor y producir un enorme silencio. De entre todas las acciones cotidianas, es el deporte el que con mayor frecuencia repite esta clase de sucesos porque exige a los hombres superar los límites ya establecidos, incluso por otros en épocas y circunstancias lejanas.

Apenas existían posibilidades de que Europa pudiera remontar un resultado de 10 a 6 en la última jornada de la Ryder Cup. La razón indicaba que el equipo de Jose María Olazábal había rendido a un nivel ínfimo durante los dos primeros días de competición. La historia, que solo una vez se habían remontado tantos puntos un domingo (Brookline, 1999). Incluso la probabilidad mostraba que ganar dos terceras partes de los enfrentamientos se antojaba una afrenta al sentido común. Pero el golf es un deporte, y ni la razón, la historia o la probabilidad salieron a pelear ninguno de los partidos en juego en el Medinah Country Club. En esta edición de la Ryder, doce hombres torcieron la curva de la realidad y vapulearon cualquier clase de certeza existente.

Y lo hicieron porque uno de ellos, el día anterior, fue capaz de espolear a los suyos consiguiendo cinco birdies en los cinco últimos hoyos de su partido. Ian Poulter, transformado en un púgil desbocado, pegó un directo a la mandíbula de sus compañeros cuando embocó un putt en el green del 18 para superar a Jason Dufner y Zach Johnson. Su equipo ha ganado esta Ryder Cup porque aquel golpe les hizo ver que tenían un líder, un hombre capaz de tumbar a cualquier rival que se plantara delante con intenciones de derrotarle. No es el que más aptitudes posee, ni siquiera el que más destaca en un área particular del juego, pero cuando se trata de ganar Ian no atiende a razones. Aquella realidad despertó el talento de sus compañeros bajo una sentencia digna de un general: “A nadie le gusta jugar contra mí, es así de simple”.

La siguiente imagen a la de Poulter enrabietado en el green del 18 es el gesto firme de Luke Donald ante la exaltación popular que intentaba provocar Bubba Watson en el tee del 1. El primer partido de individuales estuvo formado por un jugador que llegaba para ejecutar una tarea de precisión, ganar a cualquier precio, y otro que buscaba fundirse con el público y provocar la intimidación de todo un equipo. Luke hizo cuatro birdies y ocho pares en los 12 primeros hoyos y los gritos de Bubba fueron quedando silenciados por el peso de los acontecimientos. El partido terminó en el 17, pero bien pudo haberlo hecho en el 14 al fallar Donald un putt de eagle. La victoria, de un modo u otro, fue incontestable.

Olazábal confiaba plenamente en Luke, pero por si las cosas se complicaban colocó al líder de su equipo en segundo lugar buscando dos victorias consecutivas, o lo que es lo mismo, marcar un camino para que el resto del equipo les acompañara. Poulter había finalizado con cinco birdies el viernes, arrancó con otro el domingo y cerró su vuelta con dos más para lograr otro punto para Europa frente a Webb Simpson. Era una de las pocas certezas con las que podía contar el capitán: Poulter volvería a ganar, como lo había hecho en las tres Ryder Cup que había disputado hasta la fecha. Dos a cero.

Pocos jugadores debieron quedarse más sorprendidos de la hazaña del inglés el día anterior que Rory McIlroy, que había estado a su lado presenciándolo todo. El norirlandés se sabe el mejor del mundo y era consciente de que había llegado la hora de demostrarlo. En frente tenía al hombre más en forma del equipo rival, amenazante como la mirada que dedica a cada lectura de sus putts, en lo que se preveía el duelo más espectacular de la tarde. Solo existió una diferencia respecto a días anteriores. Esta vez, Keegan Bradley no embocó desde todos los rincones del green, y su fuerza se fue diluyendo en las manos del norilandés. Hasta seis birdies necesitó Rory para doblegarle en el hoyo 17.

No fue el partido más difícil de la tarde. Justin Rose venía de tocar el borde cada hoyo de Medinah en jornadas anteriores y se enfrentaba al mejor Phil Mickelson que se ha visto en una Ryder Cup. Algo debió de cambiar también en el inglés para que, en esta ocasión, embocara cinco birdies y un eagle en los dieciocho largos hoyos que duró su enfrentamiento. No sabemos si fue producido por Poulter, por un gesto técnico o cualquier otra motivación, pero Justin consiguió embocar un putt en el 17 que hizo rodar su bola durante casi diez segundos hasta finalizar dentro del hoyo. Lo había fallado todo el viernes y el sábado, pero el domingo subió el tercer punto al marcador. 10 a 9.

No mucho antes, Paul Lawrie había desobedecido a su carnet de identidad, que marcaba 43 años, y derrotaba al reciente ganador de la FedEx Cup como quien se sacude el polvo de la chaqueta. 5&3 para el escocés frente a Brandt Snedeker. Por su parte, Nicolas Colsaerts sufrió en los greenes la misma impotencia que Graeme McDowell durante toda la semana, y ambos cedieron sus enfrentamientos ante Dustin y Zach Johnson, respectivamente. Estados Unidos ganaba oxígeno y miraba la copa de reojo. 12 a 10.

Sergio García contuvo a Furyk hasta la situación que menos le gusta, un putt para ganar o perder, y Jim volvió a estrellarse contra su muro particular, perdiendo la oportunidad de empatar en el 18. Por su parte, Peter Hanson comenzó titubeante pero ante la avalancha de azul en los marcadores decidió perseguir a sus compañeros por el campo, aunque se quedara sin hoyos y perdiera ante Jason Dufner. Y luego estaba Lee Westwood, que recuperó lo necesario como para volver a llamarse a sí mismo por su nombre, el número cuatro del mundo. Venció a un desaparecido Matt Kuchar con la contundencia de sus mejores días en los majors, en los que no hay calle estrecha o green demasiado pequeño.

La maquinaria estaba en marcha y Europa había revertido el transcurso de los acontecimientos. Empate a 13 en el marcador y dos partidos en el campo: Kaymer contra Stricker, Molinari frente a Woods; un punto para retener la copa. En lo que supuso una ruptura más con todas las certezas marcadas hasta el momento, fue Martin, el que llegaba en peores condiciones, quien embocó el putt definitivo. Él grito, su equipo corrió a abrazarle y Jose María Olazábal miro al cielo unos segundos antes de romper a llorar. No sabemos si buscaba a alguien allá arriba o quizá solo evocaba un recuerdo, pero millones de personas en todo el mundo, contemplándole, imaginaron cómo sonreía Severiano Ballesteros.

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3 comentarios a “Europa tuerce la curva de la realidad”

  1. El 1 de octubre de 2012 jtorres10 ha dicho:

    Qué bien contado, para no romper la costumbre, Enrique!
    La verdad es que lo de esta Ryder Cup va a quedar en el recuerdo de todos nosotros por muchos muchos años.
    La mística creada tal como se acercaba el acontecimiento, Chema como capitán en la primera Ryder tras el fallecimiento de Seve, la penosa situación política y económica de una unión casi resquebrajada por todos sus costados y el único torneo donde un equipo compite representando a esa bandera.
    Un torneo diferente a cualquier otro. Unos chicos jóvenes y multimultimillonarios a base de echarse a la saca (cada uno a la suya) cientos de miles de euros o dólares cada semana, compitiendo una semana cada dos años por algo común, algo que echan de menos con toda seguridad en el resto de su vida profesional. Ocultando las marcas de sus patrocinadores, encontrando abrazos de compañeros como consuelo tras errar y para compartir alegría tras acertar. Esa es la diferencia…
    Poulter. Impresionante lo de este chico. Sencillamente impresionante. La garra del sábado por la tarde fue antológica. Un animal de match play. Y de equipo. Wse jugador «al que siempre quiero en mi equipo».
    Chema. Qué merecido! No ha estado demasiado bien en algunas decisiones de viernes y sábado, en mi opinión. Pero nunca se dio por vencido, según cuentan. Y creyó e hizo creer a los suyos. Una alegría.
    Sergio. Esperaba algo más de él. Es nuestro Poulter. Y no venía jugando mal. Es su torneo, necesita sentirse arropado y en este torneo lo encuentra. Por suerte enganchó el individual ante un incómodo rival al que aguantó el tipo y vio morir solito en sus brazos justo al final… Podía haber sido justo al revés pero no lo fue. Y me gusta. Dos puntos de cuatro disputados… bueno, aprobado.
    Donald. Me encanta. Ha logrado menos puntos de los que su determinación y juego durante la semana merecían (algún compañero que ayudó poco, un ciclón americano en el primer foursome…). Pero ha sido decisivo!
    Rory. Mola tener como secundario pero sumando mucho al number one del mundo, eh! Se le puede criticar que pudiera haber aportado más pero… y si le medimos con su comparable en el equipo americano (Woods)? Más que correcto e involucrado. Ha cargado con un decepcionante McDowell…
    Westwood. Mal. Muy mal. Pero apareció el domingo. No se le puede pedir más.
    Colsaerts. Qué grande en las parejas. Qué mala suerte con sus miles de putts perdidos por milímetros! Qué gran debutante. Futuro del equipo.
    Rose. Como es él. Casi nunca cuenta y casi siempre está. Algún error de bulto pero grandísima aportación. El domingo, fundamental.
    GMac, Lawrie, Kaymer, Molinari, Hanson… Casi todos aportaron algo (gran domingo Lawrie, inolvidable punto Kaymer). También es suyo el triunfo.
    En fin, para recordar. Cuánto queda para la siguiente??

    Saludos
    Jorge Torres
    @10JTorres

  2. El 1 de octubre de 2012 jtorres10 ha dicho:

    Pongo un único «pero» a la victoria europea y lo separo de mi comentario anterior, por diferenciar:
    yo hubiera concedido el primer putt a Tiger. Sin ninguna duda.

    Con la Ryder retenida, el equipo europeo celebrando el punto de Kaymer en el green y Molinari y Tiger esperando a poder terminar su partido. Mal trago para Woods tener que jugar para nada. Es el número uno. En activo y pese al momento que pueda pasar, es historia viva.
    Vale que lleguen a green, que deban terminar con el trámite y que cada uno intente jugar sus opciones.
    Pero llegados a la situación de tener que patear los dos desde un metro para empatar el hoyo… me vino a la cabeza la historia de Nicklaus y Jacklin en 1969. USA había empatado y retenía la copa y Nicklaus concede un putt a Jacklin diciendo: «no es que crea que no lo vas a meter, pero no puedo permitir que lo falles». USA y GB empatan, USA retiene la copa.
    Más o menos así fue la historia.

    Ayer, después del palo europeo, con la copa retenida, hicimos patear a una historia viva para fallar y empatar valía. Yo lo hubiera preferido así.
    Tiger también. De hecho le dio en los morros a Molinari concediendo el mismo putt que él acababa de fallar…
    Y creo que si Olazábal y Molinari han pensado en ello y pudieran echar el tiempo atrás… también actuarían dándome la razón.

    Saludos

    @10JTorres

  3. El 1 de octubre de 2012 Óscar Díaz ha dicho:

    Muchísimas gracias por tus comentarios, Jorge, que engrandecen el artículo. Coincido a grandes rasgos con tu valoración y estoy completamente de acuerdo con el asunto de la concesión, aunque por suerte no se le ha dado demasiada importancia. Era un buen momento para reeditar la famosísima concesión de Nicklaus a Jacklin, pero el hecho se ha quedado en anécdota y no ha deslucido el espectacular desenlace.

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