“Sentí la presión desde los primeros hoyos. Sentí que todas las esperanzas de los tailandeses estaban sobre mi espalda. Después de unos hoyos la gente me empezó a animar, y eso hizo que la presión se fuera”. Eran palabras de una chica de diecisiete años, Ariya Jutanugarn, tras finalizar su tercera vuelta del Honda LPGA Thailand. Era líder del torneo y consiguió mantener su posición de cara a la cuarta jornada, siguiendo el camino que Lydia Ko había marcado hace bien poco para ganar el abierto de su país. Solo diecisiete primaveras para salir victoriosa en el circuito más importante del mundo, dieciocho hoyos por delante y algunas de las mejores jugadoras de la actualidad a su lado, compitiendo contra ella, esperando su error.
Y Ariya comenzó con mucha fuerza la cuarta jornada. Firmó un birdie en su primer hoyo y tras tres pares consiguió otro en el 5, aumentando su ventaja mientras Beatriz Recari y Se Ri Pak, en su mismo partido, veían cómo un joven talento volvía a acaparar todo el protagonismo en el golf femenino. Son tiempos de cambios para ellas. La edad requerida para triunfar parece haber disminuido de golpe, como si no fuera necesaria la experiencia ni los años sin victorias para llegar a lo más alto. Inbee Park, número cuatro del mundo, planteó un asalto a esa primera posición como marcan los manuales. Hasta seis birdies registró en sus once primeros hoyos, planteándole un nuevo nivel de exigencia a Jutanugarn, que tendría que mejorar aún más su tarjeta si quería ganar ante su gente. Ese pequeño escalón, que delimita el ser conservadora o agresiva, marcaría a la postre el devenir del torneo.
Pendiente de los resultados de sus adversarias, Ariya cometió un bogey en el hoyo 8 y se encontró con que ya no se encontraba en primera posición, sino que una ganadora de un U.S. Open la había adelantado y tenía hoyos por delante. Su reacción fue acorde a su enorme talento, que ya la había llevado a finalizar segunda en el Australian Masters en su primer torneo en el Ladies European Tour. Llegar a esas circunstancias con su edad requería ya de algo raro y especial, un valor añadido, pero nadie se podía esperar que pudiera responder a la presión con tanta brillantez. En el par 3 del hoyo 12 del Siam Country Club, con la competición en las manos, pegó un golpe de salida que dejó su bola muriendo en el fondo del agujero. Hacía cuánto no veíamos un hoyo en uno en el tramo decisivo de un torneo. Cuántas jugadoras hemos visto en esa situación con diecisiete años, conscientes de la responsabilidad de jugar ante su público. Es difícil nombrar solo un caso similar. Ariya hizo hoyo en uno y en el siguiente un birdie, que se vio rápidamente inutilizado por un bogey en el hoyo 14.
Era suficiente, sin embargo, para conseguir la victoria. Park había finalizado su vuelta con 67 impactos, alcanzando un acumulado de menos doce, mientras que la tailandesa afrontaba su último hoyo con menos catorce. Dos golpes de renta, una sola prueba más. Fue entonces cuando ocurrió el desastre. Sabedora de que un bogey le valdría la victoria, Ariya dejó de estar preocupada por atacar banderas para pasar a estar asustada del éxito. El silencio la acompañó durante el que seguro ha sido el hoyo más largo de su vida, solo interrumpido en cada uno de los ocho golpes que necesitó para finalizar. Un triple bogey en un par 5. Inbee Park había ganado el torneo.
En algún momento entre esos ocho impactos, Jutanugarn sintió tanta presión como para convertir la habilidad en torpeza, y sus hombros cedieron hasta desmoronarse ante un público que se llevaba las manos a la boca. No ha sido la primera ni la última que sufrirá una circunstancia parecida de un modo similar, al fin y al cabo, no todo el mundo está preparado para el éxito. Pero los daños que pueden dejar en su prometedora carrera pueden ser letales, ya que cuenta con una cicatriz profunda a una edad peligrosa. Es el problema del tiempo. Lydia Ko y ella estaban preparadas para ganar, y pueden hacerlo o no en repetidas ocasiones, pero la pregunta para ellas es si también estaban listas para perder, fallar cinco cortes consecutivos en cinco países distintos y volar a casa sabiendo que podían haber hecho las cosas mejor. Esa pregunta es más compleja y Jutanugarn, en las próximas semanas, encontrará la respuesta.
Beatriz Recari finalizó con una excelente tercera posición tras entregar una tarjeta con 70 impactos, que la dejó a solo dos golpes de la victoria. Tres torneos en 2013 y tres top 10 (novena y cuarta, fueron los anteriores), en lo que ya supone una mejoría notable con respecto a la pasada campaña. No falla un corte desde septiembre de 2011, en el Navistar LPGA Classic, y ha conseguido luchar por la victoria con una asiduidad que, unida al tiempo, solo puede terminar de una forma. El segundo triunfo está más cerca que nunca.
Buena última vuelta también de Azahara Muñoz, que se reconcilió brevemente con su putter para alcanzar los 69 impactos y subir ocho puestos. Vigésimo primera en su segundo torneo del año, cogiendo ritmo para transformar todas las calles y greenes que ha conseguido en Tailandia en un nuevo triunfo en 2013.
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