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Zona Pro

El Open Championship que perdió Adam Scott

Enrique Soto | 22 de julio de 2012

Els consiguió su segundo Open Championship tras firmar 68 golpes en Royal Lytham

Adam Scott había cometido cuatro bogeys en las tres primeras jornadas del Open Championship. En la última y definitiva, con la tensión cortando el ambiente con más fuerza que el viento en Royal Lytham, terminó su vuelta con cuatro consecutivos. Esto era golf, por si lo habíamos olvidado. De nada sirvió que estuviera pegando a la bola mejor que nadie durante esta semana, que sus drives rompieran todas y cada una de las calles de un links, o que sus golpes a green se convirtieran una y otra vez en oportunidades de birdie. De nada. Porque la forma de llegar al hoyo, como bien demostró Severiano Ballesteros, no entiende de resultados, Adam Scott perdió el Abierto Británico.

En su lugar, un jugador que a comienzos del año pasado se encontraba en “ninguna parte”, decidió reaparecer cuando el torneo parecía abocado a un solo destino. Ernie Els, de 42 años, se encontraba con cinco golpes bajo el par al finalizar sus nueve primeros hoyos, a cuatro del liderato. Esta diferencia podría suponer un vacío insondable en cualquier otro torneo. Al fin y al cabo, ¿quién remonta tantos golpes en tan poco espacio? Como si del año pasado se tratara, viniendo de ninguna parte, Els fue sumando poco a poco pares y birdies y cimentando su confianza, haciéndose más grande en la clasificación. No había demasiados motivos para creer en la hazaña porque no dependía de sí mismo, sin embargo, al llegar al hoyo 18 tenía un putt de birdie que podría valer su cuarto major.

De este modo, en una misma tarde pudimos comprobar cómo un gran campeón defendió hasta el final las pocas probabilidades que le amparaban y cómo a un aspirante se le escurría su primer gran torneo como arena entre las manos. Como en todas las lecciones que desprende el deporte, ésta fue cruel y reveladora a partes iguales, y dotó de una relevancia inusitada a esta edición número 141 del Open Championship. Dentro de unos años hablaremos de la forma en que Adam Scott no ganó este campeonato.

Porque si hay un modo de jugar como un ganador, el australiano lo mimetizó a la perfección durante catorce hoyos, hasta el punto de llegar a contar con un margen de cuatro y cinco golpes de ventaja frente a un Graeme McDowell impotente. Nadie parecía ser capaz de vencer a un Adam Scott excelso, que sacaba el driver de la bolsa hoyo tras hoyo haciendo gritar a la bola y que, más que ganar el Open, iba camino de hacer toda una declaración de superioridad en la cuna de este deporte. Muchos se acordaron de Tiger Woods en Pebble Beach o de Rory McIlroy en Congressional. El dominio era tan grande que la emoción competitiva brillaba por su ausencia. Entonces, tras un fallo nada reseñable en el 15, llegó el hoyo 16, y el silencio.

Scott fallaba un putt de apenas un metro de largo y los cimientos de la superioridad se tambaleaban. La ventaja aún era considerable pero en el interior del australiano, algo debió de removerse y cambiar. A los pocos minutos de aquel fallo, Ernie Els embocaba un putt de cinco metros para birdie en el último green de Royal Lytham, se quitaba la gorra y dejaba entrever una sonrisa que la tensión había coartado durante su última vuelta. Era el cuarto birdie que conseguía en nueve hoyos y suponía una tarjeta con 68 impactos, dos bajo par, y un resultado referencia en casa club que Scott ya no tenía que defender, sino mejorar. Era su turno de cerrar el torneo y en su última salida del día, donde siempre había pegado un hierro, optó por usar la madera 3. Un birdie le haría campeón y un par llevaría el torneo a un playoff de cuatro hoyos. Ese último golpe desde el tee cayó, junto a muchas de sus esperanzas, en lo más profundo de un bunker a la parte izquierda de calle. Dos golpes después, un putt para par de tres metros se escapaba sin tocar el hoyo.

“Así es el golf, ¿no?”, declaraba instantes después de finalizar. Lo que viene después es imposible de prever ya que ni él mismo lo sabe. Un jugador encumbrado en sus inicios, comparado hasta la extenuación con Tiger Woods y respetado durante los últimos años, se enfrenta al momento más difícil de su carrera. Sergio García sabe algo de una situación similar, al igual que Greg Norman o el propio Ernie Els. Sus primeras palabras como campeón fueron para él: “Eres un gran amigo Adam. Vas a ganar muchos de éstos, tienes demasiado talento”.

Bobby Jones, Walter Hagen, Jack Nicklaus, Lee Trevino, Tiger Woods. Todos ellos cuentan con más de un Open Championship, al igual que esta tarde lo consiguió Ernie Els. Nadie le esperaba esta semana, pero el trabajo apoyado en un talento descomunal puede surgir en las situaciones más imprevistas. Éste es el motivo por el que Adam Scott no pudo ganar un grande con una vuelta de cinco sobre par, porque Ernie también estaba jugando. Y porque el golf, en determinadas citas, es capaz de devolver todo el esfuerzo invertido con una pequeña bola cayendo dentro de un hoyo. “El año pasado estaba completamente perdido. Empecé a creer poco a poco y, de alguna forma, ahora estoy aquí”.



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