Originalmente era un campo más sencillo. Sus calles más anchas, sus greens más grandes, con la arboleda entrando menos en juego y un agua menos amenazante. Un parkland más que en condiciones para todos los hándicaps, pero no apto para los grandes profesionales del European Tour. Un detalle mínimo que Nicklaus Design se encargó de corregir hace poco menos de tres años, cuando la cadena Crowne Plaza le encargó un rediseño que hoy se ha convertido en la primera parada de las recién creadas Final Series de la Race to Dubai.
Poco sabemos en Europa de la Straits Cup, una competición que enfrenta a los jugadores chinos de la parte continental del país con un equipo formado por golfistas de Taiwán, una Ryder Cup con connotaciones más allá del deporte que apenas tardó un año en aterrizar en Lake Malaren. Peter Thompson creó dos campos en 2006 que rápidamente crecieron en prestigio a base de organizar torneos profesionales y que, sin embargo, precisaron del empujón del Oso Dorado para entrar a formar parte de la primera división.
Los lagos y arroyos podrían ser la nota predominante del Masters Course (antes conocido como Lake Course), aunque la ondulación del terreno y las elevaciones en tees y greens hacen de este campo algo diferente. También por su mantenimiento, único en China, especialmente cuando llega el invierno, pero sobre todo por esos pequeños detalles que hacen que el jugador disfrute al máximo, como el área de espera en el tee del hoyo 1 para no molestar a quien ya está saliendo, los indicadores de velocidad y dirección del viento en cada tee de salida… Un disfrute del que los profesionales no gozarán.
En este campo situado en el barrio de Baoshan, a 45 minutos del centro de Shanghai y a menos de 30 del aeropuerto internacional de Pudong, todo lo que está pensado para agradar al aficionado se convierte en lo contrario para el jugador del European Tour. El recorrido se convierte en uno de más largos del calendario, con un diseño que premia el acierto en la selección de palo desde el tee y al valiente cuando se trata de «ir a por el trapo» con su combinación de búnkers, agua y hierba natural y salvaje. El mejor ejemplo, el hoyo 6, un par tres eterno con agua en las dos terceras partes del vuelo de la bola y con un green prácticamente en forma de isla perfectamente protegido por esos búnkers tan de Nicklaus a ambos lados.
Alfredo Calle, autor de este texto, lleva toda la vida vinculado al mundo del golf y en su faceta de emprendedor acaba de poner en marcha Golf Dest, un club de golf virtual donde encontraréis descripciones de campos, fotos espectaculares, noticias de destinos, ofertas, torneos, circuitos amateur… y todo ello con unos precios muy especiales para todos sus integrantes. Mientras ultiman su página web, podéis encontrarlos en Facebook y Twitter.
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