El número 230 del Ranking Mundial a finales de 2012 salió en la última jornada del Tour Championship con cuatro impactos de ventaja. Había llegado a tener hasta una diferencia de nueve el sábado a mitad de vuelta, pero la lluvia y un par de malos golpes habían reducido las distancias con Dustin Johnson, su principal perseguidor, y un grupo de jugadores que parecían estar jugando otro campo, en el que los birdies se pagaban mucho más caros. Henrik Stenson ha pasado por malos momentos a través de su carrera. Conoce perfectamente qué se siente al perder la confianza, llenarse de dudas, bloquearse antes de ejecutar un golpe… Tenía que sacudirse todos esos fantasmas antes de sus últimos 18 hoyos.
“Fue probablemente la situación más complicada en la que he estado, siendo el líder y sin finalizar bien la tercera vuelta”, declaró, pensando en los cuatro bogeys de la tarde anterior. “Pero en cierto modo, me vino bien porque me sirvió para concentrarme. Sabía que tenía que jugar un gran golf para mantenerlos a todos a distancia”. Y así lo hizo. Henrik firmó seis pares en sus primeros hoyos del domingo con las mismas bases que le llevaron a ser campeón del Deutsche Bank Championship hace un par de semanas, o tercero en el PGA, segundo en el Open y el Bridgestone Invitational poco antes. Las preguntas que le asaltaban cuando se perdía en las profundidades del Ranking Mundial se habían desvanecido a base de esfuerzo y una actitud positiva. En sus siguientes nueve hoyos, firmó tres birdies y alcanzó un acumulado de menos trece en la clasificación.
“Ha sido un gran verano”, continuó. “Está por encima de lo que podía haber imaginado. La forma en que he jugado desde mediados de julio ha sido increíble y se debe a todo el trabajo invertido. No me desperté a mediados de julio jugando genial. Trabajé muy duro en primavera”. El hombre que dudaba se transformó en el East Lake Golf Club en el jugador más seguro del momento. De poco importaba que acabara de pegarla desde mitad de la calle hasta el centro de green como desde un bunker, con un talud amenazante, o en el tramo final de este complejo recorrido, donde se cometían más bogeys. Stenson fue desnudando el campo a base de golpes que amenazaban con tocar banderas y se mostró de lo más incisivo cuando dos de sus rivales le metieron la presión que esperaba.
El primero fue un chico que comenzó la temporada sin tarjeta alguna, soñando con jugar algún día en la élite. Unos meses después, Jordan Spieth no es solo el rookie del año, sino que es el mejor que se ha visto desde hace mucho tiempo. Ha ganado el John Deere Classic, finalizado en tres ocasiones segundo, firmado un total de nueve top 10 y se ha clasificado para el equipo estadounidense de la Presidents Cup. Partía a siete golpes del líder y firmó una vuelta de menos seis, llegando a quedarse a solo uno de distancia a falta de dos hoyos. Ni siquiera un menos ocho le hubiera valido para ganar este torneo, pero en su caso, el resultado final no es tan importante como la capacidad que ha demostrado para hacer birdies. Cuando Jordan ve el hoyo, hay pocas cosas que parecen ser capaces de detenerle.
El otro, curiosamente, era todo lo contrario. Steve Stricker es un veterano que ha jugado solo trece torneos esta temporada, pero que podrían haber sido muchos menos. Su experiencia y su confianza en sí mismo son tan grandes que no necesita competir cada semana para alcanzar una buena forma. Ha sido segundo cuatro veces y firmado otros ocho top 10. En el hoyo 15, firmó un eagle capaz de poner los pelos de punta al más sereno de los jugadores en el liderato. Sus 65 golpes en esta última jornada, le permitieron terminar segundo empatado, junto a Spieth.
Sergio García lo intentó y llegó a colocarse tercero en una clasificación plena de alternativas, pero un par de bogeys en los hoyos 16 y 17 le dejaron en la novena plaza del torneo y la vigésimo segunda de la FedEx Cup, un buen colofón para el jugador de Borriol.
“Ser el campeón de la FedEx Cup significa mucho más que el dinero para mí”, concluyó Henirk Stenson, el jugador que un día perdió la confianza y que durante la última jornada del Tour Championship no necesitaba ni mirar a la bola. Sabía que iba a terminar donde había planeado.
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