Zona Pro
El driver de Phil Mickelson
Enrique Soto | 14 de enero de 2014
Phil Mickelson cumple el próximo junio 44 años, y su carrera ha sido maravillosa. Ha ganado tres Masters, un PGA y un Open Championship, además de cuarenta y dos torneos regulares del PGA Tour. Son cifras que están al alcance de muy pocos pero, aún así, existe cierta sensación de que el mejor zurdo de la historia no ha contado con una trayectoria plena, redonda. Nunca ha alcanzado el número uno del mundo, triunfado en el US Open (el grande donde ha finalizado segundo en seis ocasiones) y sus registros en la Ryder Cup están muy por debajo de lo que se esperarían de él. En otras palabras: su camino hasta el presente ha sido complicado.
Existe una corriente que solía explicar los fracasos de Phil en las últimas jornadas aduciendo que no comprendía tan bien el arte de ganar como Tiger Woods, a pesar de que contaba con más talento. Y no es de extrañar. Excepto por algunos momentos de dudas, el golf que ha desplegado Mickelson siempre ha sido generoso con el espectáculo, apostando por el golpe ciego, el green en dos impactos, el globo por encima del agua, el arriesgado desde el bunker… Él siempre iba con las posibilidades más pequeñas cuando el resto optaba por la seguridad y no es raro que se haya convertido en el jugador más querido de su generación. Más elegante que efectivo, más increíble que práctico. Ha intentado ser más racional a lo largo de los años pero, simplemente, no iba con su forma de entender este deporte.
He aquí una forma de entenderlo. Mickelson le pega a la bola muy fuerte, incluso ahora. Siempre ha sido uno de los jugadores más largos del PGA Tour, pero nunca ha conseguido que esos golpes viajaran en algo parecido a una línea recta. Estadísticas de precisión con el driver:
1996: 99º
1997: 120º
1998: 127º
1999: 107º
2000: 127º
2001: 78º
2002: 129º
2003: 189º
2004: 121º
2005: 161º
2006: 160º
2007: 181º
2008: 181º
2009: 179º
2010: 188º
2011: 177º
2012: 166º
2013: 149º
Todos estos números hablan de lo inconsistente que ha sido Phil desde el tee a lo largo de su carrera. Se parecen a él. Su swing es todo un alarde de naturalidad, pero nunca ha sido rígido o sólido. Cuando está fino con el driver es lo más cercano que existe a un jugador imbatible y, quizá, es lo más parecido a los mejores días de Woods. Pero esas semanas no suceden muy a menudo. Prácticamente se pasa las temporadas caminando sobre una cuerda, ganando desde el rough, desde la arena, desde situaciones incómodas. Eso, por supuesto, lleva implícitas sus respectivas consecuencias. Ya no es el chico desgarbado de sus primeros días en el circuito. Su mujer, Amy, pasó por una dura batalla contra un cáncer y sus hijos ya acuden al instituto. En el campo de golf, sin embargo, sigue apostando por vivir cada día como si fuera el último.
Esta semana comienza su andadura en el 2014 en Abu Dhabi, un torneo que se ha asegurado tener al jugador más espectacular entre sus participantes. Esto es lo que declaró él dos días antes de que dé comienzo: “Si miro al 2013 veo que he jugado casi el mejor golf de mi carrera, pero también he tenido momentos muy duros. Pero lo hice casi sin un driver. Este año tenemos el mejor que he pegado nunca. Reduce mi spin rate hasta los niveles de mi madera tres. Le pego más largo y recto que con ella. Es un arma completamente diferente en mi arsenal y, si pego bien el driver, como he practicado y jugado estas últimas semanas, puedo estar ante mi mejor año por esa simple razón”. El reto vuelve a estar encima de la mesa. El jueves saldrá en el mismo partido que un tal Rory McIlroy.
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