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Zona Pro

El doble filo de la justicia

Óscar Díaz | 05 de septiembre de 2012

Davis Love III, anunciando sus elecciones (foto © Getty Images)

La elección de Davis Love III y José María Olazábal como timoneles de los equipos estadounidense y europeo en la Ryder Cup 2012 sirvió para darle un barniz inédito a esta competición por equipos: sin llegar al guante blanco, la beligerancia daba paso a las buenas formas; las declaraciones altisonantes, a la cordialidad. Y nadie dudaba de la objetividad que Love III y Olazábal exhibirían cuando les tocase hacer sus elecciones personales.

La deriva durante los últimos meses de los golfistas europeos le ha facilitado la labor a Olazábal a la hora de completar su equipo. La reacción de Sergio García en las fechas previas quitaba un peso de encima al de Hondarribia, que posteriormente veía cómo Poulter y Colsaerts se ganaban en el campo su nominación como elecciones personales. Solo el amago de polémica con Harrington, sofocado de inmediato por el propio Olazábal, ha turbado la paz de un equipo europeo que parece llegar más cohesionado que nunca a la cita de Chicago. Aunque preocupa el estado de forma de Kaymer, la exhibición de Rory McIlroy en el segundo de los playoffs y su valentía a la hora de proponerse como líder del equipo sirven para conjurar cualquier sombra.

Davis Love III, por el contrario, lo ha tenido más complicado. Para empezar, el sistema de elección del equipo estadounidense ponía en sus manos cuatro plazas de libre designación, un caramelo envenenado cuando prima la igualdad. Sonaban ocho jugadores para las cuatro plazas y el capitán estadounidense ha recurrido a Steve Stricker y Jim Furyk, dos valores seguros para el equipo (y fáciles de emparejar, aunque las cifras de Furyk en los enfrentamientos por parejas en la Ryder no sean brillantes) y ha recompensado el rendimiento reciente de Dustin Johnson y Brandt Snedeker. Cuatro elecciones sólidas, lógicas e impecables.

Nadie se atreve a cuestionar abiertamente al capitán; se aceptan sus motivos y se valoran sus razones, empezando por los jugadores que se han quedado fuera, pero las bajas de Fowler y Mahan, dos jugadores letales en match-play, han levantado ciertas suspicacias.

Ya hay quien defiende que son más importantes el carácter y la habilidad en match-play, algo que Fowler y Mahan han demostrado ya en esta y otras competiciones, a un estado de forma que podría diluirse de aquí a tres semanas, cuando llegue el momento decisivo y la bola empiece a rodar en la Ryder de Medinah… y no entramos en el innegable tirón mediático de Rickie Fowler y en las frustradas ganas de revancha de Hunter Mahan, que se queda sin poder quitarse el mal sabor de boca que le dejó aquel frustrante final en Celtic Manor. Johnson tuvo un estreno irregular en la anterior Ryder, aunque acabó batiendo contundentemente al alemán Martin Kaymer en el cruce individual, mientras que Brandt Snedeker es toda una incógnita. Estadísticamente es el mejor pateador del PGA Tour, pero su rendimiento en los días decisivos de los torneos más importantes está en entredicho. El peso de la Ryder puede ser excesivo para el afable golfista estadounidense.

Por lo pronto, los primeros damnificados de la Ryder Cup son Fowler, Mahan y, en menor medida, Watney y Van Pelt (otros dos golfistas con ciertas opciones para entrar en el equipo). Quedan menos de tres semanas para saber si hay que añadir a Love III a esta lista.

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