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El dilema de la pureza

Javier Romero | 08 de junio de 2013

Reconozco que tengo un dilema. Sin ser un talibán del purismo, me gustan las tradiciones y la seriedad a la hora de jugar al golf. Me satisfacen las reglas de etiqueta, que dotan a nuestro deporte de un mínimo de educación y saber estar. Me complacen los torneos que ordenan las salidas siguiendo un patrón estricto, sin atender a peticiones. Me alegraría saber que los jugadores nuevos salen al campo con conocimientos suficientes para no interrumpir el buen ritmo de juego, y que los jugadores más veteranos tienen algo más de paciencia y recuerdan que también fueron noveles. Me entusiasma el juego rápido.

Comprendo y asumo que para llegar a mantener las pautas mencionadas es necesario una cierta disciplina por parte del jugador. Ahora bien, es imprescindible que haya algo de mano dura mediante medidas sancionadoras contra el infractor.

Y es aquí donde se produce mi contradicción. En un ejercicio de empatía, entiendo al gerente de un club que se enfrenta a estos problemas a diario. Inmersos en una larga y devastadora crisis económica, no es fácil imponer sanciones a unos jugadores cada vez más escasos. Quiero dejar claro que no me estoy refiriendo a las reglas de golf; ahí creo que se han de cumplir escrupulosamente y sin excepciones.

Sirvan como ejemplo las solicitudes de amigos para jugar torneos juntos. Era sencillo rechazarlas en épocas pretéritas en las que existía lista de espera para jugar competiciones y en un par de horas de inscripción se llenaba un evento. Hacerlo ahora es complejo. Si me pongo en la piel de un gerente ante la tesitura de perder cuatro o cinco partidos, posiblemente cedería, pues suponen unos ingresos demasiado jugosos. Yo mismo lo he solicitado cuando he tenido visitas de amigos: he querido que conociesen mi campo y coincidía con un torneo. Reconozco mi pecado, aunque alegaré en mi defensa que solo han sido un par de veces en diez años. Si la norma fuese severa para todos, no hubiese jugado el premio. Optaría por desplazarme a otro campo, sin el más mínimo reproche.

Lograr establecer un sistema de sanciones para que el espíritu del golf perdure es complejo. Trasladando el ejemplo a una empresa común, imaginemos a un responsable de la misma sancionando a los clientes. Una locura, ¿verdad?

Me he centrado en el ejemplo de los partidos solicitados, pero podríamos extendernos a cualquiera de las situaciones descritas en el primer párrafo y a otras muchas más. Lograr que unos jugadores abandonen el recorrido tras un par de advertencias sobre su juego lento no parece fácil. Si son socios, mal; pero si son visitantes, no vuelven seguro. Somos así de soberbios.

Como amante apasionado de este juego desearía que se fuese estricto, pero reconozco que aún seríamos menos golfistas en España. Esto supondría el cierre de instalaciones y dificultaría enormemente la práctica de nuestro deporte, que pasaría a ser aún más minoritario. Más puro, eso sí.

No hay que olvidar que, ante todo, el golf es un negocio. Nuestro juego bello y romántico desaparecería rápidamente si olvidamos ese punto. Aunque todos los deportes son comerciales, el elevado coste de mantenimiento de las instalaciones necesarias para disfrutarlo hace que el elemento económico cobre más fuerza que en otras disciplinas.

Soy consciente de que la mayoría no estaréis de acuerdo conmigo; de hecho, yo tampoco hallo la solución al dilema. En muchas ocasiones me he quejado sobre situaciones y he exigido normas más inflexibles, pero pienso en lo que haría yo si fuese el encargado de velar por su cumplimiento. Viendo las consecuencias económicas que acarrean, me veo incapacitado para solventar esta encrucijada, y se me pasan las ganas de protestar.

Si alguien, gerente o cliente, tiene la solución a este enigma, le agradecería que la compartiese con nosotros. Obviamente, todo pasaría porque los jugadores se tomasen en serio este juego y no diesen lugar a que el director de un campo se viese en el brete de tener que sancionar.

Que nadie me malinterprete: no estoy a favor de la “barra libre”, nada más lejos de la realidad. Tan solo deseo plasmar lo difícil que es caminar en la delgada línea del equilibrio. Aborrecería que se justificase cualquier actitud bajo el pretexto pecuniario. Al igual que no quiero que un exceso de celo convierta nuestro deporte en un gueto.

8 comentarios a “El dilema de la pureza”

  1. El 8 de junio de 2013 Beatriz ha dicho:

    Javier totalmente de acuerdo contigo, me gusta el juego rápido y los torneos con salidas por estricto handicap pero reconozco que hay días que me salto las normas. Cada uno ve y entiende el golf de una forma, todo es respetable pero siempre que nos esforcemos en que la convivencia en el campo sea buena y de respeto entre todos.

    Saludos
    Beatriz García
    http://www.golfymoda.com

  2. El 9 de junio de 2013 Javier Allende ha dicho:

    En mi club salvo torneos absolutos, los partidos se juegan con quien tu quieres jugar

  3. El 9 de junio de 2013 albert ha dicho:

    Realmente es un tema muy complicado, pero de hecho creo que la única solución que puede existir en este tema, supongo que comparándolo con otros de otro ámbito y cierta similitud, es una especie de carnet por puntos, con unas reglas internas de los clubs con unas penalizaciones y bonificaciones de los jugadores, que no tendría porque dar a lugar a perdida de clientes, si no todo al contrario, pero estoy en que es un tema muy difícil de solucionar.

    Saludos

  4. El 9 de junio de 2013 José Ángel ha dicho:

    Comparto la parte de desazón que comentas. Pero el golf no es «ante todo», «un negocio». Y, en caso de que lo fuere, es del tipo de negocio de profundidad y de ciclo largo. Salvo excepciones. En mi opinión expulsar a los clientes que faltan al decoro, a las reglas elementales de etiqueta o que arrastran por el barro der sus penosas costumbres las nomas de cortesía, es una buen inversión para u nClub de Golf que quiera tener futuro y seguir siendo «de Golf». De hecho los Hoteles de 5 estrellas, los restaurantes de 3 estrellas Michelin y los campos de Golf hacen muy bien en prescindir de clientes que rebajen su distinción. Si lo hacen y además se conoce que son así, encontrarán clientes que harán cola para recibir la atención por la que pagan. Claro, en el otro plato de la balanza el Club debe colocar una muy esmerada atención y un servicio abnegado. O ¿de qué estamos hablando?

  5. El 9 de junio de 2013 Iñaki Bel ha dicho:

    Qué alegría Javi, encontrarte por estos lares.
    En este tema que sacas a colación, y que si no me equivoco, ya hemos comentado alguna que otra vez, estoy «un poco de acuerdo» contigo. Creo, y puedo estar equivocado, que a lo que se reduce todo es a una terrible carencia de educación, tanto cívica como, por ende, golfística. Si toda aquella persona que se acerca a este deporte comprende que existen y se exigen unas reglas de etiqueta y de comportamiento, ¡y que hay que cumplirlas!… ¿cómo es que a la hora de dar licencias y handicaps las federaciones no exigen el conocimiento de dichas reglas? ¿Y por qué los propios golfistas no las respetamos, dando así ejemplo a los nuevos jugadores? Si lo hiciéramos, no existirían ninguno de los problemas que nombras. O por lo menos, no tantos.
    Tema difícil, pero que en caso de encontrar una solución al gusto de todos, mejoraría la convivencia de gerentes, jugadores, organizadores de torneos, etc.
    Un fuerte abrazo.

  6. El 10 de junio de 2013 juan ha dicho:

    Buenos días, el golf no es un negocio en la mayor parte de España. Puede que lo sea en Madrid donde el número de jugadores supera la capacidad de los campos o en lugares turísticos. Tampoco creo que el problema para la pureza del juego sean las salidas ordenadas en campeonatos, tal vez sean más problema los premios cuyo valor es alto. Para un club de socios un campeonato supone dos cosas, una fuente adicional de recursos económicos ya que se cobra al jugador un greenfee adicional al diario y una manera de organizar el uso del campo un día con demanda. Otro factor menos trascendente de cara al club es permitir que sus jugadores bajen el handicap.
    En cuanto a la educación y la etiqueta en el campo hay que ser consciente de que el golf como todo ha cambiado sustancialmente y no podemos esperar comportamientos distintos a la sociedad a la que el deporte se dirige.
    Lo único que hay que trabajar es el juego lento, pero también en esto los tiempos han cambiado y la cobertura de televisión ha hecho mucho daño por la imitación de las rutinas preswing, los medidores de distancia y resto de pijoterías.

  7. El 10 de junio de 2013 david ha dicho:

    No existe dilema de pureza.

    Jugar al golf implica aceptar sus normas. No se puede ser laxo en su cumplimiento. se juega al golf bien o mal. no hay gris.

    se juega en el tiempo previsto cada hoyo o más rápido, se levanta si no puntuas en el hoyo cuando juegas stableford, se rastrilla bunker, se reparan piques, se reponen chuletas, se camina agil y no se pasea por el prado..

    y muy importante, no deberia existir diferencia de actitud entre ronda con amigos y un torneo. no existe tal cosa como mulligan, tiro otra, me salto este hoyo..

    Me recuerdan a los que esperan que sus hijos se comporten bien cuando van a comer a un restaurante y cuando comen en casa no les prestan ninguna atención..

    Las salidas por hcp no son la panacea. ni la pureza del juego. Puedo jugar muy rápido, con amigos y no hacer trampas. vosotros seguro que tambien..

    tanto tramposo hay? nadie denuncia los tramposos? cuantos amigos cuentan anecdotas de jugadores tramposos marcando bolas, infringiendo normas, dropando mal, encontrando bolas imposibles de marcas diferentes.. y no hacemos nunca nada? porque nos estropean el dia? por el mal rollo? quejarse no ayuda al golf denunciar si..

    en el tema económico para mi la pregunta a plantear desde el punto de vista de cada jugador/consumidor.. que golf queremos y cuanto dinero estamos dispuestos a pagar por practicarlo?

    El golf como la vida se rige por unas cuentas de explotación que deben ser positivas donde ingresos y gastos necesitan dar beneficios. Hablo de las cuentas de clubs de golf, organizadores de torneos, sponsors en golf, federaciones, jugadores…

    Objetivo: sostenibilidad y encontrar equilibrio presupuestario. Camino: Conseguir más jugadores y una oferta ajustada a la demanda, muy segmentada y de calidad aportando valores añadidos.
    Jugadores: aceptar el coste real de lo que queremos consumir y el precio que estamos dispuestos a pagar.

    el resto prosa..

    abrazos

  8. El 20 de junio de 2013 Vuelta a los orígenes. | Filazos con mi blaster ha dicho:

    […] muy poca gente. Batalla perdida. No me centraré en este tema, que ya traté en cierta medida en Crónica Golf hace unos días. Rioja Alta Golf […]

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