Zona Pro
El día en que Sergio nos refrescó la memoria
Enrique Soto | 20 de agosto de 2012
Sergio logró su primera victoria en el PGA Tour desde el The Players Championship de 2008 y se clasifica para jugar la Ryder Cup
Nadie lo esperaba. Sergio llegaba al Wyndham Championship después de fallar el corte en el PGA, perdiendo su puesto en la clasificación para la Ryder Cup y generando muchas dudas en cuanto a su posible rendimiento en el futuro. Ni estaba siendo su mejor temporada ni sus palabras dejaban atisbos de esperanza; todo parecía indicar que la victoria estaba lejos. Sin embargo, cuando a menudo hablamos de un jugador de talento nos referimos a aquellos capaces de romper con tendencias establecidas. Cambian de rumbo, alcanzan su última velocidad y ganan un major por ocho golpes de diferencia, el Open Championship con más de cuarenta años o se clasifican para el equipo de la Ryder Cup en la última oportunidad que les quedaba. Por eso, nunca hay que dejar de contar del todo con ellos.
Durante los cinco días que ha durado el Wyndham Championship, Sergio ha llevado a cabo una demolición de los precedentes. Su juego no estaba tan lejos de su mejor versión, su actitud no era tan negativa y su capacidad para cerrar torneos seguía intacta. Después de la suspensión por lluvia que aplazaba el final de torneo hasta el lunes, el español siguió jugando como lo había hecho las cuatro jornadas anteriores. No podía perder a ese ritmo. Cinco pares consecutivos y cinco birdies en los siguientes siete hoyos del recorrido hacían que llegara al último con diecinueve bajo par, tres golpes de ventaja sobre Tim Clark, su más inmediato perseguidor. Nunca dejó de ser líder para ganar su octavo torneo del PGA Tour.
No se trataba solo de volver a ganar. Éste torneo era su día D particular, el momento indicado para iniciar el ataque y salir victorioso de la contienda. Ni la presión por conseguirlo ni la de liderar el torneo durante tantos hoyos pudieron borrar de su mente el principal objetivo de la semana: la Ryder Cup. Siempre fue la Ryder Cup. En ocasiones Sergio no parece ser capaz de desatar todo su potencial pero cuando su competición favorita entra en juego algo cambia en su interior, se agudizan sus sentidos y su confianza alcanza cotas impensables. La Ryder es el combustible del golf de Sergio García del mismo modo que los majors son el de Tiger Woods. Poco importa que esta semana haya jugado con un caddie local, que viniera de una mala racha de resultados o que Ian Poulter le echara virtualmente del equipo hace unos días. Se acerca la cita en Medinah y Sergio se libera de cualquier circunstancia para comenzar a jugar lo mejor que sabe. No es difícil imaginarse a Olazábal aplaudiendo desde el sillón de su casa.
Es la única y definitiva clave de su victoria. Más del 70% de calles y greenes en regulación, segundo en putts por vuelta y el torneo decidido a tres hoyos de su finalización. De poco sirve analizar sus números cuando la Ryder está tan cerca. Él lo ha repetido en todo momento desde que el sábado consiguiera una vuelta de siete bajo par y sus posibilidades se multiplicaran: “Espero asegurarme mi lugar en el equipo”.
Lo que viene después de la última semana de septiembre es una incógnita pero podemos sentar ciertos precedentes. Sergio es capaz de ganar durante ciertas semanas al año. Lo hizo en Castellón, en Valderrama y lo ha hecho esta semana en Carolina del Norte en un espacio de diez meses. Tratándose de cualquier otro jugador nos encontraríamos ante una exhibición de consistencia digna de admirar, no hay muchos que hayan igualado ese registro, pero tratándose de García a veces dudamos. Nos dejamos engañar por sus declaraciones, sus bajadas de ánimo: “Yo siempre digo lo que pienso, otros no lo hacen”. En días como éste, en el que vuelve a ganar cuando más lo necesita, debemos recordar que él es uno de los mejores.
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