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Zona Pro

El círculo virtuoso de Tiger Woods

Enrique Soto | 10 de enero de 2012

Desde el 13 de abril de 1997 dos palabras se han repetido constantemente, semana a semana, en el mundo del golf: Tiger Woods. La concatenación de eventos que siguieron a su segunda vuelta en Augusta (66 golpes) fueron de dimensiones épicas y desconocidas para todos. Esta primavera habrán pasado un total de quince años desde que el círculo virtuoso del americano cambiara este deporte para siempre.

La diferencia entre que Woods gane un major y lo haga cualquier otro jugador (un mero mortal) es enorme. Para un periódico generalista puede pasar de una breve mención en la sección de deportes a una página entera con varias fotografías; para la prensa especializada puede ir desde un número especial a la portada de un libro sobre el torneo en cuestión. Es solo el comienzo del fenómeno que representa, que se inicia en una competición y acaba en su más íntima privacidad, pero siempre acompañado (para bien o para mal) del golf.

Hoy tiene 36 años y el panorama es totalmente distinto a cuando llegó. Los jugadores del PGA Tour se encuentran rodeados de medios, todos cuentan con patrocinadores y pasan más tiempo que nunca en gimnasios. El pasado diciembre volvió a ganar por primera vez desde 2009, después de pasar por el peor momento de su carrera, y se pudo escuchar como el mundo del golf dejaba escapar un suspiro de tranquilidad. Todavía estaba allí el gran campeón, todavía podía alcanzar el récord de majors logrado por Jack Nicklaus.

El círculo se volvía a activar en un momento delicado: el golf está pasando por una caída en el número de aficionados. “Lo primordial sobre Tiger es que trasciende al deporte y hace que crezca el interés. Cuanto mejor juegue, mayor interés suscitará”, comentaba Tim Finchem hace unos días. Es una pregunta que le han hecho millones de veces: “¿Cuál es el impacto de Tiger Woods en el PGA Tour?” Y su respuesta siempre ha tomado el mismo rumbo, el de prudencia. “El PGA Tour creció cuando Jack Nicklaus estaba ganando. Creció cuando dejó de ganar y ha crecido con Tiger ganando. No nos importa, podemos crecer con un jugador dominante o podemos trabajar con una competición más abierta. A los fans les gusta y están interesados en ambas formas.

No se espera, en ningún caso, que el máximo representante del circuito más importante del mundo declare que dependen del estado de forma de un jugador para crecer. Su argumento es lógico y se apoya en datos reales. La diferencia entre ambas situaciones (un dominador o una competición igualada) es que Woods cuenta con un factor incendiario. Cuando él gana, la noticia tarda en dar la vuelta al mundo unos minutos, mientras que si lo hace cualquier otro buen jugador, el resultado llega al día siguiente en el mejor de los casos. El golf le sobrevivirá, como ha hecho en tantos otros casos, pero su presencia puede hacer que evolucione diez veces más rápido, un don que en la actualidad no puede obviarse. No sabemos si 2012 será el año en que definitivamente vuelva a mostrar su mejor versión; cuando menos, sería muy bueno que siguieran escribiéndose estas dos palabras: Tiger Woods.

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