“Los greens estaban granosos y en consecuencia, el pasto no se jugaba fácil”, decía Chris Stroud en rueda de prensa tras la tercera jornada en El Camaleón. Cuatro días después de nuestra llegada a México para el Mayakoba Golf Classic comenzamos a entender las diferencias dialécticas entre el español de la Península y el de la que es nuestra casa, así la sentimos, durante este torneo del PGA Tour. Los palos de golf son bastones, los putts suenan como ‘pots’ o ‘pos’, los golpes se dan desde la calle con los fierros y se practica en el putt in green.
En el mismo, nos quedamos embobados observando la rutina de Seung-Yul Noh. Está con tres bolas tirando putts a cuatro metros de distancia. Pasa más de un minuto entre bola y bola. Swing de prácticas a dos manos, luego con la izquierda solamente y vuelta a las dos manos. Mirada al hoyo y luego a la bola. Así, un par de veces más. Tres putts en casi cinco minutos. Si son ellos los que dan o no una victoria, parece lógico que se entrene tan metódicamente esta parte del juego. También es lógico que cuando amaga con volver a tirar otros tres putts, consideremos que ya a lo mejor es excesivo otros cinco minutos viendo al coreano.
Afortunadamente, aparece Chema Olazábal en la cancha de prácticas. Una hora después de concluir su tercera ronda y haberse pegado su cubito de bolas postjuego de siempre se le ve relajado y sonriente a pesar del duro varapalo que le había endosado El Camaleón en sus hoyos 12 y 14, saldados con doble y triple bogey. Bromea con su caddie Álex Larrazabal sobre la organización de los palos en su bolsa de golf y se van a comer. La pareja debe madrugar para afrontar la cuarta jornada. El despertador sonará a las cinco de la mañana. El glamour de la vida del golfista, ya ven.
Cada día, el Founders Club del Mayakoba Golf Classic ofrece a invitados y jugadores la posibilidad de comer con el vino de Greg Norman. En Florida, desde el viernes tarde después de fallar el corte, el diseñador del campo ha dejado su legado en forma de tintos. Dicen los que entienden que su Estates Eden Valley Chardonnay del 2009 tiene aroma a roble y a tostados. También está por aquí su Sauvignon del mismo año. En el tríptico publicitario que hay en todas las mesas aparece el propio Norman brindando con una atractiva señorita. Cómo posa el tío. Ves la escena y dices… si yo bebiera los vinos de Norman tendría una chica como esa. Una pena no ser seguidor del fruto de Baco.
Aun así, habrá que tomar una copita para brindar por el top ten de Alejandro Cañizares. Lo tiene en sus manos, aunque en la entrevista posterior a su -1 de la tercera jornada parece más desilusionado por estar lejos de la victoria que ilusionado por la posibilidad de hacer un final entre los 10 primeros y meterse en el torneo de la semana que viene en el PGA Tour, el Honda Classic. Ayer en el tee del 1 se le veía muy relajado charlando con su compañero de partido, Michael Allen, quien por cierto dio un recital de ataque a las banderas de El Camaleón. No dejó ni una viva.
El líder del torneo es Daniel Summerhays, un americano que habla nuestro idioma. Pero no el típico “uno poquito de español”, sino bastante fluido. En 2004 dejó el golf durante dos años para entregarse en cuerpo y alma a una misión mormona. No tocó ni un palo en 24 meses y ahora puede conseguir su primera victoria en el PGA Tour. Algo tiene Mayakoba que relanza carreras y hace despegar otras. Por eso y por todo, es un sitio especial.
Deja un comentario