Los cuartos de final del Accenture Match Play Championship habían seleccionado a ocho jugadores que habían mostrado un gran estado de forma a lo largo del torneo y, sobre todo, inspiración alrededor de los greenes. En un recorrido en el que fallar es algo inevitable, veíamos cómo ellos eran capaces de transformar bogeys en pares rutinarios. Ni Rickie Fowler, Ernie Els, Jim Furyk o Graeme McDowell hubieran tenido una oportunidad de victoria esta semana si el campeonato se hubiera disputado en formato stroke play. No habían realizado el mayor número de birdies ni su juego largo había resultado espectacular. Eso sí, en el uno contra uno, se aferraban a sus opciones hasta pegar un zarpazo en los últimos hoyos.
Al llegar los cuartos, sin embargo, la presión comenzó a realizar su papel en Dove Mountain y vimos cómo algunos de ellos no estaban tan acertados como en jornadas anteriores. Fue el caso de Louis Oosthuizen, sumido todavía en problemas con su espalda. El sudafricano notó un tirón a lo largo de su vuelta y Jason Day olió la sangre tras la absoluta concentración que le gobierna en las grandes citas. Le bastó con ganar cinco hoyos con tres birdies para situarse con tres arriba en el marcador y, como buen estratega, esperar. “No parecía tener la espalda rígida”, declaró. “Al menos por lo bien que jugó. Ha estado jugando bien toda la semana, al igual que yo. Es duro jugar contra un buen golfista, sin expectaciones, solo dejando que pase lo que tenga que pasar”. 2&1 para el australiano, el primer semifinalista del torneo.
Más curioso es el caso de Ernie Els, que también fue capaz de formar parte de los cuatro elegidos sin mostrar todavía su mejor versión. Se ha deshecho de Gallacher, Rose y Dufner así, como esperando a encontrar una sólida brillantez a lo largo de tres días, y aunque no se haya cruzado todavía con ella se volvió a imponer a uno de los mejores del torneo hasta ese momento. Su nombre era Jordan Spieth, y veinticuatro horas antes se había impuesto a Matt Kuchar con nada menos que nueve birdies. Ante Big Easy, sin embargo, firmó solo tres, que unidos a varios bogeys dejaron al joven sin vitaminas. “No encontraba mi swing, pero tampoco estuve mentalmente acertado”, declaró. Els, por su parte, camina tranquilo, demostrando que la experiencia en esta cita, como en cualquier otra, tiene sus beneficios. “Siento que todavía tengo una gran vuelta dentro de mí”, dijo. Se impuso por 4&2.
Y luego estaba Furyk, uno de los jugadores más consistentes del mundo, capaz de responder en este campo y en cualquier otro que presente calles o greenes, los lugares en los que acostumbra a dejar su bola. En dieciséis hoyos contra Rickie Fowler cometió solo un bogey, además de cuatro birdies que le llevaron a situarse uno arriba en el marcador. Además, contaba con una inercia considerable ya que el duelo pasó a estar en sus manos en tan solo cuatro hoyos, en los que transformó un tres abajo en un partido prácticamente zanjado. Pero faltaban todavía dos y Jim, durante los últimos años, ha tenido serios problemas para cerrar los torneos. Le pasó en Medinah contra Sergio García o en varias otras pruebas del PGA Tour: llegaba líder al domingo y se enroscaba en un sinfín de pares peligrosos, de los que se transforman en bogeys en un suspiro. Ayer Rickie debió de recordar alguno de ellos cuando ganó el diecisiete con un par. Cuando la historia se repitió en el dieciocho, declaró: “Sabía que no tenía que preocuparme de los dieciséis anteriores. Solo salir y ganar los dos últimos”. El matagigantes de esta edición ya está en semifinales. Uno arriba para él.
Si Fowler parecía la revelación del campeonato, fíjense en Victor Dubuisson, que disputaba su primer Accenture frente a Kevin Streelman, Peter Hanson, Bubba Watson y, ayer, Graeme McDowell. Uno había llegado de forma silenciosa y metódica, el otro remontando en cada uno de sus duelos al límite de sus posibilidades. Y G-Mac no jugó ni mucho menos mal en los cuartos, firmando tres birdies y un eagle a lo largo de la jornada, pero también exento de la fuerza añadida de sus días más brillantes. Dubuisson, a pesar de ser un novato, cuenta con una ventaja importante en este recorrido: hace birdies con facilidad y recupera alrededor de green como quien reparte cartas a sus amigos. Firmó cinco birdies y comenzó un bonito desfile de hoyos recuperados, approachs que parecían imposibles que terminaban con él sacando el puño. Se impuso por desgaste, como le gusta hacer a McDowell. Uno arriba en el dieciocho.
Las semifinales quedan dispuestas del siguiente modo:
Jason Day contra Rickie Fowler
Ernie Els contra Victor Dubuisson
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