No es difícil que dentro de unos meses, Rafael Cabrera-Bello recuerde con más detalles su vuelta junto a Jim Furyk en la tercera jornada del Bridgestone Invitational que los 63 impactos con los que comenzó el Omega Dubai Desert Classic. El resultado de ambos días poco tiene que ver el uno con el otro. Mientras en el desierto Rafa se abría paso entre los mejores para posteriormente ganar el torneo, en Akron (Ohio) salía en el último partido junto a un jugador curtido en mil batallas, contendiente hasta que la lógica desafía a las posibilidades.
Aunque el grancanario finalizó su vuelta con siete golpes sobre el par y tiró por la borda las oportunidades de ganar su primer World Golf Championship, la experiencia adquirida debería darle alas en futuras ocasiones. En un escenario en el que jugar bajo par solo estaba al alcance de aquellos que mostraran una precisión endiablada, Rafa finalizó su primer hoyo con un doble bogey. Enfrente y en silencio se encontraba un gladiador que observaba una situación conocida: un joven de gran talento se desmoronaba en una situación de máxima tensión. Ayer el español no luchó contra molinos, sino ante gigantes, y los fallos comenzaron a sucederse.
Es la única realidad bajo la que se sustentan los tres dobles bogeys que, unidos a cuatro fallos más, hicieron inútiles sus esfuerzos por restarle golpes al campo. Lo vimos no hace mucho en el Open Championship. Brandt Snedeker pasaba los dos primeros días sin un solo error y en el tercero, cometía seis en un espacio de ocho hoyos. Adam Scott puede contar una odisea similar sobre cómo en solo cuatro logró acariciar la jarra de clarete y verla desvanecerse ante sus ojos. Rafa había cometido dos bogeys en dos días, dos sobre el par del campo, y en el tercero igualó sus errores en la primera de las pruebas. Su vuelta de ayer fue una de las que provoca, en ocasiones, querer cerrar los ojos para evitar sentir la masacre en carnes propias, sin embargo, es justo una de las necesarias para progresar y crecer como gladiador, como Furyk, y afrontar la próxima batalla con más garantías. Porque un requisito imprescindible para alcanzar la victoria es haber perdido una con anterioridad y ser consciente del daño que provoca.
Al igual que Snedeker o Scott, Cabrera-Bello es mejor jugador de golf después de la tercera jornada del Bridgestone Invitational. Y si quiere contemplar cómo un jugador maneja una situación en que la presión congela el ánimo, basta con que eche un vistazo a los dieciocho hoyos que jugó Jim Furyk. No tiene el mejor swing del circuito, ni su juego corto, especialmente su putt, está cerca de otros grandes jugadores. Pero cuando hacer pares en un recorrido exigente comienza a ser complicado, Jimmy empieza a quedarse solo en la clasificación. También pudimos contemplarlo en el pasado U.S. Open. Ayer tuvo delante a un joven que prácticamente no pisaba las calles de Firestone y pudo ver cómo muchos de sus rivales también comenzaban a encadenar errores. En vez de comenzar a formar parte del caos, Furyk cometió un solo error en su vuelta. Dieciséis pares y un birdie después finalizó como líder en solitario con una jornada por delante.
No hay otra forma de aprender el golf que practicó el americano que por contraste, esto es, perdiendo la oportunidad de ganar un torneo. Sin embargo, él también se enfrentará a sus propios fantasmas durante los hoyos decisivos y deberá hacer autocrítica si quiere conseguir la victoria. Al igual que sucedió en Olympic Club, Furyk comenzó a dar atisbos de una solidez tan insultante que los birdies empezaron a salirse de la ecuación. Embocar solo uno en el día del movimiento es poco para un jugador que ayer podría haber terminado la competición con varios golpes de ventaja, y que en su lugar, saldrá con uno solo frente a un jugador que también ha perdido grandes torneos, Louis Oosthuizen. La clave, una vez más, estuvo en los greenes.
Furyk está jugando tan bien al golf que solo necesitó 25 putts el primer día y 26 el segundo. En la tercera jornada le fueron necesarios 31 para finalizar, habiendo tirado para birdie en el 72% de los hoyos. El juego que desplegó de tee a green rozó hasta tal punto la perfección que cuando a mitad de vuelta levantó el brazo izquierdo para indicar que se desviaba de calle, todos creímos que el fallo sería catastrófico, pero su bola aterrizó a escasos tres metros de la hierba segada al ras. Durante los tres últimos días, el americano solo ha sido capaz de ver el objetivo y está llevando la precisión hasta una exactitud tan milimétrica que las oportunidades de ganarle golpes a Firestone han sido flagrantes, como si estuviera avergonzando al diseñador.
En cambio, se pudo ver a Furyk fallando más putts que nunca. Incluso el único bogey que cometió llegó tras un error de lectura en el green. Mañana tendrá muy cerca a Oosthuizen, que sí consiguió embocar en tres ocasiones y que finalizó con 68 impactos, quedándose a solo uno de distancia. Un poco más atrás y expuestos a hacer una vuelta de tintes épicos, se encuentra Keegan Bradley con menos siete, a cuatro del líder, y Rory McIlroy y Steve Stricker con seis abajo. Bo Van Pelt, Justin Rose y John Senden terminaron con un impacto más.
Sergio García finalizó con 71 impactos y se encuentra al par global. Álvaro Quirós lo hizo con 72, situándose en mas tres, mientras que Gonzalo Fernández-Castaño firmó 70, mas cuatro en la general. En la última jornada se ha adelantado el horario y los partidos estarán conformados por tres jugadores saliendo por ambos tees, dado que la organización quiere evitar una tormenta que hará acto de presencia por la tarde.
Álvaro Quirós Asian Tour Bo Van Pelt Bridgestone Invitational European Tour Firestone Country Club Gonzalo Fernández-Castaño Jason Dufner Jim Furyk John Senden Justin Rose Keegan Bradley Lee Slattery Louis Oosthuizen Luke Donald PGA Tour Rafa Cabrera-Bello Rory McIlroy Sergio García Steve Stricker World Golf Championships
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