Reyes de Inglaterra hasta 1714, dominadores de Escocia desde 1371, fue en estas tierras donde los jacobitas perdieron cualquier opción de reponer a la Casa Estuardo en el trono inglés. El fiordo de Moray respira historia, leyendas y mitos de las Highlands escocesas, un lugar único en el que el diseñador estadounidense Mark Parsinen encontró la ubicación perfecta para superarse a sí mismo, pues en el año 2000 fue el creador del Kingsbarns Golf Links. Con sus espectaculares vistas del puente Kessock, la isla Negra o el faro de Chanonry, desde 2009, Castle Stuart es santo y seña del golf en el país que inventó el golf.
Loch Lomond, Royal Dornoch, Nairn y Cruden Bay ya habían convertido a las Highlands escocesas en uno de los grandes destinos de golf, aunque la nueva sede del Scottish Open desde 2011 ha elevado aún más sus prestaciones. A pesar de la tormenta que azotó el campo el año que tomó el relevo de Loch Lomond y limitó la victoria de Luke Donald a solo 54 hoyos, Castle Stuart ha conseguido labrarse una fama que puede incluso quedarse corta respecto a los méritos de ubicación, diseño y servicios que ofrece el campo escocés.
Desde la llegada a la casa club, pasando por las zonas de prácticas y el campo de 18 hoyos para terminar de nuevo en la casa club, la experiencia será plenamente satisfactoria. Y nada lo ejemplifica mejor que los tres primeros hoyos del campo —igual que los tres primeros hoyos de la segunda vuelta—, paralelos al acantilado, obligando ya en el tee del 1 —también en el 10— a un drive por encima del agua a una calle que se encuentran sensiblemente por debajo del punto de salida. Después, del 4 al 9 y del 13 al 18 se pierde de vista la línea de costa propiamente dicha, pero no sus espectaculares vistas desde unos precipicios mucho más elevados.
Es posible que a Castle Stuart no se le puedan poner muchos peros, aunque sí se le puede achacar una excesiva facilidad desde el tee, pues, en ocasiones, sus calles son tan anchas que es imposible fallar el tiro. Otra cosa serán el lie y el stance que se encuentre después e,l jugador, pues si de algo están orgullosos en este campo cercano a Inverness es de su «arruga». Conocidas como rumples, las calles de Castle Stuart ciertamente se arrugan de tal manera que la bola puede estar por debajo o por encima de los pies, a la misma altura o con un lie casi imposible de jugar debido a la continua y fuerte ondulación de las calles, aunque lo cierto es que muchas veces esa puede ser la salvación, igual que los búnkers.
¿Puede una trampa de arena ayudar? La respuesta no ofrece dudas en este campo. Apenas hay búnkers artificiales, pues, como dicen en su web, «las ovejas no entienden de calles». De hecho, la nota identificativa de Castle Stuart puede estar en esos hazards naturales y salvajes que, en muchas ocasiones son lo único que se interpone entre un golpe a bandera y el precipio. Un elemento tan fundamental como los listones de madera que definen los caminos y los tees de todo un campo en el que tan fundamental como el drive será la cámara de fotos a la que le dará un buen uso si después de su ronda se acerca a Chanonry Point, el mejor lugar de todo el Reino Unido para observar a delfines durante todas las épocas del año.
Alfredo Calle, autor de este texto, lleva toda la vida vinculado al mundo del golf y en su faceta de emprendedor acaba de poner en marcha Golf Dest, un club de golf virtual donde encontraréis descripciones de campos, fotos espectaculares, noticias de destinos, ofertas, torneos, circuitos amateur… y todo ello con unos precios muy especiales para todos sus integrantes. Mientras ultiman su página web, podéis encontrarlos en Facebook y Twitter.
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