Hasta cuatro golpes de desventaja tuvo Adam Scott en la última jornada del PGA Grand Slam, el torneo que intenta reunir cada año a los ganadores de un grande durante dos días. Muy pocas veces ha conseguido el cartel completo, pero en esta edición ha estado bien cerca, ya que tres de ellos habían logrado triunfar en una gran cita por primera vez. Allí estaba Justin Rose en lo más alto de la tabla tras sus 67 golpes del lunes, firmando birdies al día siguiente con una facilidad asombrosa. Hasta cuatro consecutivos (del 4 al 7) le situaron líder destacado.
Su vuelta, sin embargo, se paró ahí; no hubo ningún destello más de brillantez. En su lugar, apareció Adam, ganador del Masters y fiel contendiente a lo largo de todo este año; signo de que el éxito no se le ha subido a la cabeza. Tres birdies por los nueve primeros y otros dos por los segundos (en el 13 y el 15) le dejaron empatado con Rose en el liderato, en un acumulado de menos seis. El 17, par 5, parecía ser el hoyo que dictaría sentencia. Y vaya si lo hizo.
El hierro 6 que pegó el australiano de segundo golpe, desde poco más de 170 metros, aterrizó tan cerca del hoyo que a poco estuvo de meterse; le faltó un soplido. Era un eagle que unido a sus cinco birdies le otorgaba la victoria, que en este caso se trata de un jugoso cheque de seiscientos mil dólares. Su 64 es el nuevo récord del Port Royal Golf Course. Justin se rindió a la evidencia: “Comencé el día con cuatro golpes de ventaja y alguien tenía que jugar muy bien para ganarme. Cuando estás en esa posición quieres rematar la faena, pero cuando alguien termina de esa manera tienes que quitarte la gorra y decir que te han ganado, no que has perdido”.
Jason Dufner respondió con un 70 a sus 69 golpes del lunes, finalizando con un global de menos tres, a cinco del ganador. Padraig Harrington, que sustituyó a Phil Mickelson como ganador del Open Championship, no pudo pasar del más tres.
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