La épica, género poético destinado a cantar las gestas de grandes héroes inmersos en largos viajes y cruentas batallas, ha cambiado sus miras toda vez que estos han colgado sus espadas en hogares que hacen las veces de museo. La tecnología, igual que ha ido dejando obsoletos los viejos oficios y tradiciones, ha convertido también la guerra en una suerte mucho más sofisticada de lucha. Para ocupar este espacio vacante, las sociedades modernas, reavivando en cierto modo el espíritu de los juegos griegos de la Antigüedad Clásica, se han dado a sí mismas deportes y eventos exigentes en el terreno físico y mental para que sus protagonistas, en un esfuerzo al límite de lo saludable, puedan reunir en torno a su figura la admiración de las masas, el temor de los adversarios y la inspiración de los aedos y rapsodas de este tiempo. Estos, que presento a continuación, son solo algunos ejemplos.
Grand National. Cuando uno se acerca a Aintree, en las proximidades de Liverpool, y observa un campo minado de obstáculos a cada cual más alto y temible, tiene la impresión de haber viajado en el tiempo. Y es que esta carrera ecuestre con más de 175 años de historia no es más que el fruto de la bravuconada de un aristócrata necesitado de demostrar ante sus rivales, y en presencia de las damas más distinguidas de la región, su superior habilidad a lomos de un caballo. Es posible que el órdago se le fuera de las manos, pues en 1928 solo dos jinetes culminaron con éxito el recorrido de más de siete kilómetros jalonado por treinta obstáculos; un trayecto que en medio de la lluvia puede llegar a convertirse en una macabra trinchera. Tres, por su parte, lo consiguieron en 1913 y 1951 y, aun en los mejores años, las estadísticas muestran un porcentaje próximo al cincuenta por ciento.
París-Dakar. Aunque su propio nombre sea un anacronismo, y pese a que tras abandonar el continente africano haya visto reducida su dureza y amainado el peligro, este rally sigue siendo el epítome de la aventura a motor. Si el origen del Grand National hace bueno aquello de “nobleza obliga”, el del Dakar está envuelto en esa suerte de épica moderna que citaba en la introducción. Thierry Sabine, su creador, concibió su loco proyecto mientras luchaba por sobrevivir, perdido y sin agua, bajo la canícula del desierto del Teneré durante el transcurso del rally Costa de Marfil-Costa Azul de 1977. El piloto francés se enamoró hasta tal punto de la rara belleza de la que creía iba a ser su tumba que decidió regresar acompañado de cientos de pilotos camino del lago Rosa de Dakar. Y aunque algunos perecieron, pese a que varios fueron secuestrados o pasaron largas noches deambulando por los inhóspitos terrenos que definen la geografía de la muerte, esta carrera no deja de ser un canto a la vida, por paradójico que ello resulte.
Campeonato mundial de ajedrez. Aunque su foco original procedería de la India, el ajedrez es una evolución europea del juego persa Shatranj y serviría, inicialmente, para esquematizar una batalla e idear estrategias bélicas sobre un tablero. En el ajedrez, como en la vida (símil que solía emplear Bobby Fischer), el corto, el medio y el largo plazo se encuentran a la hora de diseñar una estrategia que conduzca a la victoria, una estrategia a elegir entre un número de combinaciones tal que ni siquiera los ordenadores más potentes son capaces de computarlas. “Es obvio que mis nervios me han fallado”, declaró Anand tras perder ante Carlsen la final del campeonato mundial el pasado noviembre. Y es que al ajedrecista, al buen ajedrecista, se le exige también, de entre las cuatro virtudes aristotélicas, tres: el ejercicio de la prudencia y de la templanza y, por supuesto, la fortaleza.
Volvo Ocean Race. Aunque su nombre no huela a lavanda o azahar, hay en esta competición claras reminiscencias ibéricas, la de todos aquellos viajeros que, ante lo costoso de las rutas caravaneras, quisieron explorar los confines del mundo conocido por la vía acuática. Como toda labor pionera, la suya no estuvo exenta del miedo y de todos los nombres que este inventa para distraerse, (tormentas, monstruos marinos, averías, escasez de víveres,…) que diría Elías Canetti, miedo que siguen sintiendo los tripulantes de las naves que surcan los mares del planeta tratando de desafiar la aparente infinitud del horizonte, aunque ahora cuenten con especificaciones técnicas insospechadas por Vasco de Gama, Magallanes o Elcano. Con sus múltiples patrocinadores y su posición en la vanguardia de las nuevas tecnologías, la Volvo Ocean Race bien podría parecer la Fórmula 1 de las regatas, pero sería injusto olvidar que a todos aquellos marineros que partieron hace meses del puerto de Alicante rumbo al de Gotemburgo por el Atlántico, les mueve, ante todo, el deseo de emocionarse combatiendo los elementos.
US Open de golf. La presencia de este campeonato en esta lista no obedece al interés del autor por publicar el artículo en esta web, sino a la entidad del reto que supone terminar con aliento, o sin él, los setenta y dos hoyos de recorridos preparados concienzudamente para el sufrimiento del jugador profesional. El tercer fin de semana de junio los birdies del resto del año se transforman en pares sufridos a base de putts de dos y tres metros sobre greenes de hierba parduzca. Cruel es el adjetivo que mejor define al desafío que la USGA propone a sus mejores exponentes asumiendo el riesgo de que en el atardecer del domingo alce la copa no el mejor jugador, sino el más paciente, constante y tozudo, aunque bueno, quien ha probado este deporte sabe que sin paciencia, constancia y tozudez, nadie llega nunca a ser el mejor.
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