El que el Circuito Europeo comience una nueva temporada sin que finalice el año favorece en particular a un grupo de jugadores: aquellos que consiguieron la tarjeta a través del Challenge Tour o la Escuela de Clasificación. Les permite ir forjándose poco a poco al fuego de su nuevo hábitat, donde la presión, los premios y sus rivales adquieren una dimensión superior. Para ellos, es el momento de mantener las buenas sensaciones que les llevaron a la élite y convertir todo ese buen juego en algo tangible, un top 10 que les haga subir de categoría a lo largo del nuevo año y unos euros que tranquilicen las primeras dudas. Para nosotros, es el momento de aprender nuevos nombres; los suyos.
Quizá no reparáramos tanto en Daniel Brooks a mitad de temporada como tras la primera jornada del Nelson Mandela Championship, un torneo que parece haber comenzado con los mismos malos augurios que en su pasada edición. La lluvia cayó con insistencia durante toda la noche, dejando el Mount Edgecome Country Club impracticable durante siete largas horas. Sí, el inicio tuvo que volver a ser aplazado en Durban y los jugadores se acumulaban en casa club expectantes, pensando en cuándo merecería la pena ponerse a calentar. A Brooks, de entre todos los que contaban con una hora de salida temprana, no pareció importarle mucho este cambio de circunstancias.
Después de perder la tarjeta el pasado septiembre, el inglés viajó a PGA Catalunya con la obligación de hacer algo importante: salvar su estatus en un gran circuito. Parte del juego que había perdido debió de reaparecer allí, ya que en sus dos primeras pruebas en Sudáfrica pasó sendos cortes. Hoy, en una prueba repleta de locales dispuestos a honrar a Mandiba, se sacó ocho birdies de la manga; como si los hubiera estado conteniendo durante todo un año y se le escaparan de golpe. Ya saben: campo blando, aciertos factibles. Daniel llegó al menos ocho en el día y se situó en lo más alto de la tabla.
No parecía que fuera a ser su nombre el mejor situado tras ver jugar a François Calmels, un recién graduado del Challenge Tour. Entre abril y junio, el francés consiguió ganar en Madrid y la República Checa para asegurarse este momento, el de su llegada definitiva a la primera división. “Ha sido toda una temporada”, debió de pensar, arrancando siete birdies y un eagle al recorrido. Dos errores en su vuelta le hicieron terminar con menos siete (63 golpes) y solo a uno del líder. “Sé que estoy jugando bien, y la buena vuelta de hoy ha sido, simplemente, perfecta”, dijo amenazante.
Lo que les espera los próximos tres días de competición –si es que llegan a finalizarse– es la cruda realidad: los múltiples obstáculos que hay que atravesar para llegar a la meta en forma de victoria. Jugadores más experimentados, como Edouard Dubois y Romain Wattel, acechan ya desde el menos seis; mientras que Joel Sjöholm y Ryan Cairns los hacen desde el menos cinco.
Ni siquiera la mitad de jugadores consiguieron iniciar su participación en esta prueba. Entre los españoles, José Manuel Lara se quedó en 73 impactos (más uno) y tendrá que remar contracorriente entre las lluvias y suspensiones. Carlos del Moral, por su parte, sí consiguió bajar del par (69), pero necesitará algo más de aquello que le hizo brillar en PGA Catalunya. Adrián Otaegui, Jorge Campillo y Pablo Martín todavía esperan en las trincheras.
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