A lo largo de su carrera, Brandt Snedeker ha tenido la oportunidad de conocer el sabor de la derrota. Ha salido con serias opciones de victoria en dos ediciones del Masters, así como llegar a controlar un Open Championship durante varias jornadas, antes de hundirse en la clasificación. Le hemos visto llorar en ruedas de prensa, sabedor de que todavía no estaba listo, pero también cómo se recomponía tras las decepciones y se alzaba como ganador de la FedEx Cup en 2012. En otras palabras, el mejor pateador al oeste de Tiger Woods se ha estado preparando. El objetivo son los grandes, el número uno del mundo y quién sabe qué más. Él no se marca límites.
Para llegar a todas esas cotas, es necesario, en primer lugar, conocer el viejo arte de cerrar los torneos. Lo vemos cada semana: un jugador en buena forma se alza a las primeras posiciones para luego desmoronarse en los hoyos finales del domingo. Snedeker también hizo esto en el pasado y ha sacado valiosas conclusiones. En el RBC Canadian Open, las puso todas en práctica. Con solo un golpe de ventaja frente a su más inmediato perseguidor, David Lingmerth, declaró: “Mis dos últimas victorias en el PGA Tour han llegando siendo líder, por lo que sé cómo manejar la situación. Especialmente en un campo como este, el liderato no significa demasiado. Todo puede cambiar en un hoyo”.
Así que Brandt salió dispuesto a sumar un birdie tras otro en la última jornada. El Glen Abbey Golf Course, diseño de Jack Nicklaus, se había mostrado benévolo con los profesionales a lo largo de la semana, permitiendo holgadas vueltas bajo par y dieciocho oportunidades de birdie. Pero ninguno de esos días el viento se había unido a la conversación. Un simple factor más que controlar, unido a la presión, modificó por completo el final que se esperaba. Atrás quedaron el menos nueve de Snedeker o Johnson el sábado, o el menos diez de John Merrick el viernes. El escenario era bien distinto.
En sus nueve primeros hoyos, el ganador consiguió recortar un impacto al recorrido, gracias a dos birdies y un bogey; en los segundos repitió el resultado. Y con eso le bastó, ya que Lingmerth se enredaba en las trampas de Nicklaus hasta finalizar con más tres; Matt Kuchar solo conseguía restar un golpe, al igual que John Merrick o Jason Bohn. Los favoritos pasaban por dificultades y solo uno le plantó cara a lo largo del día: Dustin Johnson. El gran bombardero desnudó el campo a base de kilómetricos drives y continuas oportunidades de birdie; sacando el máximo partido de su enorme pegada. En 16 hoyos sumó cuatro birdies y no conocía el error, alcanzando al líder en el tramo final del torneo. Solo un golpe le impidió conseguir algo más.
También le ha sucedido en ocasiones anteriores. Una gran semana echada a perder en un suspiro. Johnson clavó su bola en el tee del 17 y tras un swing errático, la envió fuera de límites. El golf es así, que dicen algunos. Con la segunda tampoco evitó los problemas y salió con un triple bogey en su tarjeta, un más tres demoledor. Un nuevo acierto en el 18 le permitió finalizar segundo, a tres impactos de Snedeker, el número tres de la FedEx Cup.
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