Sergio García ha vuelto a la competición. ¡Qué bien! Nos alegramos por él, por nosotros y por el golf en general. Ahora bien, ¿qué espera él de su regreso? ¿Y nosotros? Parece una cuestión simple, pero es bastante delicada.
¿Qué puede esperar un jugador que ha sido número dos del mundo a punto de cumplir los treinta y que un año más tarde ve como su juego no es el mismo, su mente tampoco y se ve obligado a tomarse un tiempo y a distanciarse de lo que es el eje central de su vida? Sólo él lo sabe; y como él otros muchos deportistas en general y jugadores de la élite del golf en particular (¿les suena Tiger Woods?), que pasan por situaciones similares.
Sergio espera volver a lo más alto, aunque para ello tendrá que llevar a cabo un trabajo distinto al que realizó en sus momentos de mayor gloria. Se enfrenta a algo nuevo y, si bien no vamos a contradecir la máxima de “querer es poder”, conviene tener claro “cómo podemos”. Al parecer, Sergio ha optado por el camino de la paciencia y la negación de grandiosas expectativas como la mejor vía para recuperar la confianza.
El camino que ha de recorrer el castellonense no es exactamente un “begin the beguine” pero sí una especie de recorrido inverso en sus planteamientos: antes salía a ganar y lo conseguía en tantas ocasiones que no necesitaba de ningún pensamiento adicional; todo funcionaba. Cuando entró en el “bache”, el miedo y la desconfianza se fueron asentando progresivamente torneo a torneo; nada funcionaba y había que profundizar cada vez más para averiguar la causa. Asumir los repetidos fallos, aprender a convivir con la amargura de verse lejos de la cabeza, mirar al hoyo sin que pareciera el enemigo y a tu putter como si fuera su aliado se convirtieron en el auténtico reto de Sergio.
Un cambio tan duro y radical en la estrategia es de digestión lenta: esto no funciona con fórmulas mágicas ni con monedas que echemos en la maquinita de turno.
Sergio es un profesional muy exigente con su trabajo y si el recurre al “poco a poco” y “vamos mejorando” no debemos ser nosotros los que pongamos las prisas y las exigencias. Sergio tiene tiempo y talento de sobra para estar entre los grandes. No sabemos lo que él espera de esta nueva etapa pero le ayudaremos más y mejor si, como él, tenemos la suficiente paciencia para esperar los buenos resultados sin que cada golpe de Sergio en el campo parezca un examen de selectividad.
1 comentario a “Sergio, el paciente español”
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