US Open 2015

El US Open llega a Chambers Bay, el campo «grunge»

Óscar Díaz | 18 de junio de 2015

Jiménez, durante una vuelta de prácticas en Chambers Bay (foto © USGA/Fred Vuich)

El estreno del US Open, una institución estadounidense, en el noroeste de este país hace inevitable la referencia al grunge, el estilo musical nacido en los ochenta en estas latitudes. Hijo de mil padres, el grunge (o «sonido de Seattle») era una música ruidosa y contestataria que aunaba elementos procedentes del punk, el hard rock o incluso el folk más contundente. Este estilo musical se formó a partir de mimbres variopintos y el resultado final impactó y abrió nuevas sendas. Como Chambers Bay, un campo que reúne muchos elementos clásicos de los links pero reinterpreta el concepto original con desniveles radicales y un sinnúmero de opciones estratégicas.

«Bonito, diferente e interesante». Con estas tres palabras se ha referido Sergio García al campo del estado de Washington. Basta con echar un vistazo a las espectaculares imágenes que nos llegan de Chambers Bay para coincidir con el de Borriol en su primera definición. A su diferencia ya nos hemos referido someramente, y el término «interesante» deja la frase en alto, generando expectación, y nos recuerda a aquella maldición china que sirvió de título para un libro del gran Terry Pratchett. «Ojalá vivas tiempos interesantes» es la traducción aproximada del proverbio, aunque es probable que los participantes en la edición 2015 preferirían más rutina en sus vidas durante los cuatro días que se avecinan. Ahora mismo mandan las ganas de afrontar este desafío, pero en breve serán superadas por las ganas de salir de allí en cuanto la bola comience a rodar.

Con su década escasa de existencia, Chambers Bay, diseño de Robert Trent Jones Jr, es un niño viejo. Con la energía de un chaval chillón e imparable y las arrugas prematuras que solo deberían dar los años, es un recorrido mutante con greens duros y revirados, superficies pulidas y caídas que llevarán a la cumbre a los más imaginativos.

Mike Davis, máximo responsable de la USGA, se relame. Además de tener potestad sobre los factores habituales que influyen en la preparación del campo (anchura de las calles, posiciones de bandera, dureza de los greens), esta vez tiene en sus manos un campo «Transformer», ya que la flexibilidad que ofrecen sus tees de salida permite que pueda haber 400 yardas entre la versión más larga y más corta del recorrido, un auténtico mundo. Además, durante el torneo se podrá modificar el par de los hoyos 1 y 18 a voluntad de la USGA, alternando entre pares 4 y 5 de modo que el par de ambos siempre sume 9 golpes. Eso sí, este Transformer será más Megatrón que Optimus Prime, es decir, más cruel que bondadoso.

Ya lo avisaba Davis: quién no juegue un buen número de vueltas de prácticas no tiene nada que hacer, declaraciones que provocaron un rechazo contundente por parte de Rory McIlroy y una adhesión incondicional de Tiger Woods. Entre medias están la opinión del sabio Brad Faxon, que indicó que a veces no era malo ser espontáneo y jugar con la libertad que da no ser consciente de todos los peligros que ofrece un campo.

En cualquier caso, independientemente de su naturaleza, en este US Open se volverán a confirmar un buen número de tópicos habituales en este torneo: que el campo elige al campeón, que un desconocido ocupará el liderato o robará titulares durante la primera jornada, que los pares son birdies y que se impondrá quien mejor reaccione ante la adversidad, una constante en un campo preparado por la USGA.

La nómina de favoritos es muy numerosa. Si en el Masters las miradas estaban centradas en cuatro o cinco nombres (Spieth, Watson, Mickelson y McIlroy), en el US Open el abanico se abre hasta casi desgarrarse. El favorito del pueblo es Phil Mickelson, con seis subcampeonatos a sus espaldas y a falta solo del US Open para cerrar el Grand Slam en su carrera. Si el zurdo ha estado tantas veces ahí es por algo; la imaginación y los recursos mandan en los campos de preparación extrema, y las ondulaciones y la diversidad de opciones ofrecidas por Chambers Bay seguramente encumbren a un jugador letal desde los cien metros hacia el hoyo.

A su lado en las quinielas, un Jordan Spieth que contará con su libro de Petete particular, su caddie Michael Greller, profundo conocedor del campo. El ganador del Masters, además, es uno de los jugadores más certeros con el putter, otra de las bazas que se antojan imprescindibles esta semana. Por supuesto, a su lado en los pronósticos está un Rory McIlroy agazapado tras los dos cortes fallados en Irlanda y Wentworth. Aunque el US Open que ganó en Congressional se parece poco (a priori) al de este año, ¿quién osaría descartar a todo un número uno del mundo?

Un escalón por detrás nos encontramos con un buen número de sospechosos habituales: Rickie Fowler, Dustin Johnson, Henrik Stenson (uno de los mejores ballstrikers del torneo) o Justin Rose. Nadie dice nada de Martin Kaymer, defensor del título, ni de Adam Scott, pese al refuerzo de Steve Williams, ni de Tiger Woods, cuyo 85 en Memorial y las sensaciones transmitidas siguen pesando mucho. No se espera nada del californiano, pero, como declaraba Arnold Palmer hace poco, nadie se atreve a apostar en su contra.

Entre los outsiders, por qué no contar con Patrick Reed, Byeong Hun An (ganador en Wentworth y de los pocos con experiencia en Chambers Bay), Hideki Matsuyama (que se lució en Augusta) o Brooks Koepka, que está encantado con la amplitud de las calles del campo, una autopista para sus largos drives.

Con respecto a los españoles, llegan sin hacer mucho ruido y parece que no quieren levantar la liebre. Lo mejor, las sensaciones que transmite Sergio García, que llega de firmar su mejor actuación en Augusta pese a la relación odio-odio que le une al campo de Georgia. Miguel Ángel Jiménez sigue siendo el verso suelto del golf mundial y, retomando la temática grunge, es el Neil Young adorado por toda una generación de nuevos rockeros. Salió trasquilado de Augusta, donde llegaba con muchas esperanzas después de su actuación de 2014, y el US Open le lleva dando la espalda desde hace muchos años, pero su genialidad y sus buenos resultados en los últimos tiempos lo convierten en uno de los comodines del torneo.

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