En poco se parece Suzann Pettersen a la clásica jugadora del norte de Europa. Mientras que la inexpresividad y la contención de las emociones dominan la mayoría de rostros de sus compatriotas, la noruega se enfada ante una oportunidad desperdiciada y se agita ante un putt que entra para birdie. En los momentos decisivos, Suzann parece no estar jugando al golf sino ante un combate frente a un adversario temible y, como toda actitud en el recorrido, cuenta con sus ventajas y defectos. Mientras que en ocasiones es capaz de sacar lo mejor de sí misma, en otras se deja llevar en exceso por las emociones; ahogándose en su deseo de victoria.
Durante la última jornada del LPGA HanaBank Championship, Pettersen mostró ambas facetas. De poco importaron los cuatro impactos de ventaja con los que contaba al comienzo del día cuando, en el hoyo 3, cometió un doble bogey que abría un torneo sentenciado sobre el papel. En un momento, trastornó todos los planes calculados y la sucesión de pares que se antojaban como una estrategia perfecta dejaron lugar a un final de infarto, en el que hasta dos jugadoras más tuvieron opciones de victoria. Le hubiera bastado con el par del campo para ganar, pero Pettersen pasó de favorita a aspirante en menos de una hora de competición.
La jugadora fría y calculadora abandonó las cuentas y pasó al ataque, aunque con bastante desacierto. Un bogey en el 8 y un nuevo doble bogey en el 12 mermaron dos solitarios birdies en su vuelta que le hicieron finalizar con 74 impactos, dos arriba del campo. Solo su récord del Sky72 Golf Club durante la primera jornada y un excelente 68 durante la segunda le permitieron quebrar la norma no escrita que dice: «No se puede ganar un campeonato jugando sobre par». Porque, al igual que en otras ocasiones, una jugadora viniendo desde atrás produjo un ataque tan contundente como para igualar su resultado al final del día. Catriona Matthew consiguió seis birdies y un fatídico bogey en el 16 para finalizar con un global de menos once; forzando un playoff imposible de imaginar el sábado por la tarde.
Pero la experiencia, como dicen, es un grado, y entre que finalizó el hoyo 18 y comenzó el playoff Pettersen fue capaz de olvidar lo poco que había hecho hasta entonces para ganar el torneo. Jugando desde cero, como cuando llegó a Corea, empató con Matthew los dos primeros hoyos a muerte súbita para conseguir la victoria con un birdie en el tercero. Había conseguido perder y ganar en un trayecto de 21 hoyos. A pesar de tratarse de su primer triunfo este año, no debe de sentirse muy orgullosa de su jornada final.
En tercera posición, como rememorando viejos tiempos, finalizó Yani Tseng con menos diez. Síntoma positivo de cara al futuro al tratarse de un recorrido estrecho y exigente, en el que los malos golpes cuestan muy caros. El juego largo de la taiwanesa parece reencontrarse con días mejores, en los que nunca fallaba, de cara a la que probablemente será una de las citas más importantes del año para ella. El LPGA Tour aterriza en su país natal la semana que viene.
Y Azahara, siempre Azahara. Parece incorrecto terminar una crónica sin pararse a hablar de ella unos segundos. No fue su mejor semana de tee a green ni con el putter en las manos pero volvió a finalizar entre las diez primeras por séptima vez en lo que lleva de temporada. La meta es conseguir de nuevo la victoria y ante una competencia tan alta como la del circuito, resulta imposible alcanzarla todas las semanas. Pero poco a poco, pacientemente, Azahara suma otro buen resultado, como construyéndola desde los cimientos. Es su mejor temporada como profesional pero, imaginando el futuro, resulta abrumador visualizar la obra terminada.
Beatriz Recari fue decimoctava con menos cuatro tras firmar 72 golpes en la última jornada. Dos paradas más en Asia (Taiwán y Japón) y el LPGA Tour volverá a América para celebrar los tres últimos torneos. La temporada se acerca a su conclusión y ambas españolas cuentan con motivos para sentirse orgullosas de sí mismas. Un total de cinco pruebas más para recordar este año para siempre.
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