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La Primera Guerra Mundial y el golf (primera parte)

José Ramón Rodríguez | 13 de marzo de 2011

El sargento Francis Ouimet, ganador del US Open de 1913, haciendo gala de su habilidad con el traje de faena

Este es el primero de una serie de dos artículos en los que José Ramón Rodríguez nos habla del difícil momento que vivió el golf durante la Primera Guerra Mundial y de la influencia que tuvo esta contienda global en nuestro querido deporte. Os recordamos que José Ramón ya repasó para nosotros la historia del golf en Estados Unidos en tres magníficos ensayos que podéis encontrar aquí, aquí y aquí.

La Primera Guerra Mundial fue el resultado de múltiples conflictos regionales y de seculares rencillas entre países, que encontraron terreno abonado en unas naciones que venían de un largo periodo de paz y prosperidad económica que habían aprovechado para potenciar sus ejércitos. Los distintos gobiernos vivían en un estado de euforia que les llevó a desear verdaderamente la guerra. Todos pensaban que sería una contienda corta y que se saldaría con una victoria rápida y contundente que daría paso a un largo periodo de estabilidad. El resultado fue justo el contrario: la mezcla de ideas estratégicas del siglo XIX con armas del siglo XX produjo una guerra larga y cruenta cuya mala resolución sentó las bases para el surgimiento del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial.

No hubo actividad en Europa que no se viera afectada por la contienda y el golf no fue una excepción. El torneo de golf por antonomasia, el Open Championship, no se disputó de 1915 a 1919 por culpa de la Primera Guerra Mundial, y muchos otros torneos se anularon o se vieron afectados por el devenir de la guerra. En el continente apenas hubo consecuencias para el mundo del golf porque, salvo Francia (donde se suspendió la celebración de su abierto nacional el mismo quinquenio que el Open Británico) ningún país contaba con una tradición de más allá de veinte o treinta años. En las Islas Británicas las cosas fueron distintas.

El material

Como era de esperar en un periodo bélico hubo escasez de material para jugar al golf, pero esa escasez de debió más a la falta de mano de obra, movilizada en su mayoría, que a la propia escasez de materias primas. A pesar de que fábricas como Dunlop contrataron mujeres para seguir con su producción de bolas, estas se fueron convirtiendo en un bien escaso a lo largo de la guerra hasta el punto de que, hacia 1918, era francamente difícil encontrar bolas nuevas. La mayoría de profesionales trataban de reparar las bolas que iban usando y se extendió entre la chavalería el lucrativo pasatiempo de buscador de bolas.

En 1917 el gobierno británico decretó un embargo sobre las importaciones de nogal americano, pero tuvo escaso impacto en la fabricación de palos de golf por varios motivos. Primero, los palos eran bastante más duraderos que las bolas y no necesitaban ser repuestos con frecuencia. Segundo, el mercado era escaso ya que buena parte de los potenciales jugadores estaba movilizada; y tercero, los clubmakers disponían de un stock de nogal suficiente para hacer frente a la escasa demanda.

Los clubes

Todas las competiciones de golf se suspendieron durante la guerra. Los clubes, como muchas otras entidades, sufrieron las consecuencias de la falta de mano de obra por lo que su mantenimiento se resintió. Además una buena parte de los miembros de los distintos clubes habían sido movilizados, por lo que los clubes tuvieron que decidir qué hacer con las cuotas de aquellos miembros que no podían hacer uso de sus derechos por encontrarse dedicados a tareas más elevadas. En general se adoptaron dos soluciones: la mayoría suspendió el pago de las cuotas y los menos las redujeron en un porcentaje no inferior al 50%. Esta falta de ingresos se sumó a la de mano de obra, lo que perjudicó aún más el mantenimiento.

Aquellos clubes que ocupaban enclaves estratégicos fueron requisados para darles un uso militar. Otros se emplearon como campos de entrenamiento, cuarteles, campos de refugiados u hospitales y centros de la Cruz Roja, en tanto que otros muchos se destinaron a la producción de alimentos reconvirtiéndose, en todo o en parte, en explotaciones agrícolas o ganaderas. Como ejemplo extremo de las repercusiones del uso militar de los clubes de golf se pueden citar los casos de los clubes de Aldenburgh y Yarmouth que quedaron virtualmente destruidos con sus calles llenas de alambre de espino y trincheras.

Con todo, hubo clubes que lograron zafarse del uso militar. El oficial al mando de la Primera División de Londres reclamó el uso del club de golf de Woking para hacer maniobras. El consejo rector del club aceptó e inmediatamente después reaccionó haciendo miembros honoríficos a todos los oficiales de la división. Como consecuencia de ello, las maniobras que se hicieron en el club fueron anecdóticas y, sin embargo, a los jerarcas de la división se les veía con frecuencia disfrutando de las instalaciones del club dándoles el uso para el que originalmente estaban concebidas. A otros clubes simplemente los dejaron en paz, como es el caso de Walton Heath. Tal vez fuera por pura casualidad, o porque no ofrecía interés militar, o porque George Ridell, a la sazón secretario de prensa del gobierno de Lloyd George, con quien jugaba con frecuencia en Walton Heath acompañado de Winston Churchill, era miembro del club.

Solo en unos pocos clubes la vida siguió más o menos como antes de la guerra. Royal Lytham and St Anne’s continuó con una actividad prácticamente normal, con las naturales dificultades de un periodo bélico, y llegó incluso a tener beneficios. Prueba de ello es que para celebrar la finalización de la guerra organizó una fiesta para la que se encargaron 41 docenas de botellas de champagne, 15 docenas de medias botellas, 200 puros Romeo y Julieta y 110 docenas de botellas de oporto añejo.

James Braid disputando un partido de exhibición en Wimbledon Common

James Braid disputando un partido de exhibición en Wimbledon Common

Los profesionales

Como era de esperar en época de guerra, muchos profesionales fueron reclutados y enviados al frente. Algunos de los que no lo fueron se dedicaron a tareas auxiliares o se presentaron voluntarios. Ejemplo de lo primero fue el Gran Triunvirato (Harry Vardon, J.H. Taylor y James Braid, que acumularon 16 triunfos en las 21 ediciones del Open celebradas entre 1894 y 1914). Ejemplo de lo segundo fue Albert Tingey y su Brigada Niblick.

A Vardon, Taylor y Braid la guerra les cogió bien entrada la cuarentena, por lo que no fueron movilizados. Pero ello no significó que se desmarcaran completamente del esfuerzo bélico de su país. Harry Vardon comenzó a trabajar en una granja de Totteridge, Taylor sirvió en un comedor de la Cruz Roja y Braid en una fábrica de munición. Además disputaron decenas de partidos de exhibición por todo el país para recaudar fondos para la causa.

Albert Tingey

Albert Tingey

Albert Tingey era profesional en Fontainebleau cuando le sorprendió la guerra. Inició una peligrosa huída para escapar del avance alemán hasta alcanzar Dieppe, en la cual perdió todo lo que poseía. Llegado al Reino Unido encontró acomodo como profesional en el Club de Golf de Woodcote.

Impresionado por su temeraria huída, habló con Charles Mayo de la posibilidad de promover el alistamiento voluntario entre los profesionales del golf, de forma que pudieran combatir todos juntos. Puesto en contacto con George Duncan y William Reid, logró el apoyo entusiasta de Asociación de Profesionales de Golf que se encargó de contactar con los distintos profesionales y asistentes, con una sola limitación: todos debían ser solteros.

En octubre de 1914, se dieron cita en Londres 26 profesionales solteros que habían sido encontrados aptos para el servicio. Comieron en Gatti’s y se reunieron en Trafalgar Square para una sesión de fotos antes de ser destinados a los Fusileros Reales en Winchester y partir para el continente. Tingey fue escribiendo puntuales cartas a Golf Monthly donde iba narrando los avatares de la llamada Brigada Niblick. De los 26 solo cinco acabaron la guerra sin ser heridos, pero ninguno lo fue de gravedad. Recordamos que «niblick» es la denominación antigua de un palo que equivale a un hierro 9 actual, nombre que recientemente ha recuperado el fabricante Cleveland para uno de sus productos.

Foto de la Brigada Niblick en Trafalgar Square

La Brigada Niblick en Trafalgar Square. El cuarto de abajo empezando por la derecha, con canotier, es George Duncan, ganador del Open en 1920 y con varios top 5 a principios del siglo XX. El primero de la derecha de la fila de abajo es Arthur Grant, profesional de North Berwick y rechazado por no ser soltero

Otro ejemplo de patriotismo lo dio el Club de Golf de Coombe Hill, del que se presentaron voluntarios prácticamente todos los miembros de su staff, formado por Sandy Herd, el profesional y ganador del Open de 1902, su hijo Robert, los asistentes George Turner, George Bright y Phil Rodgers, el starter, tres greenkeepers y 18 caddies.

Sandy Herd, ganador del Open y voluntario

Sandy Herd, ganador del Open y voluntario

Mientras tanto, Tommy Armour, el apodado “Escocés de Plata”, se enrolaba en la Guardia Negra al poco de comenzar la Primera Guerra Mundial y en 1918, gracias a su gran reputación como ametrallador, se le trasladó al recién creado cuerpo de carros de combate. Poco después resultó herido por la explosión de un proyectil alemán lleno de gas mostaza y perdió la vista, aunque posteriormente recuperó la del ojo derecho. Además, hubo que implantarle varias placas metálicas en la cabeza y el brazo izquierdo. Armour acabaría siendo el único jugador tuerto en ganar varios majors, ya que se impuso en el US Open de 1927, el PGA Championship de 1930 (aunque todavía no se le consideraba «grande») y el Open Británico de 1931.

En la Europa continental tenemos el ejemplo de Arnaud Massy, primer vencedor ajeno a las islas del Open (en Royal Liverpool en 1907) y también ganador en tres ocasiones del Abierto de España, que fue movilizado para acudir al frente y tuvo que dejar su puesto de profesional e instructor en Le Nivelle Golf Club (San Juan de Luz). Massy se integró en una unidad de granaderos y resultó herido en la batalla de Verdún en 1916, si bien consiguió salir adelante y recuperó posteriormente su puesto en Le Nivelle. Curiosamente, le sustituyó en aquel campo Ángel de la Torre, el primer gran campeón español que tuvo que hacerse cargo del puesto con solo 17 años… aunque la amenaza de la guerra hizo que regresara a España al poco de comenzar la Gran Guerra.

Hasta aquí llega la primera parte de este artículo, cuya continuación podéis leer aquí: La primera guerra mundial y el golf (segunda parte)

2 comentarios a “La Primera Guerra Mundial y el golf (primera parte)”

  1. El 16 de marzo de 2011 Alfonso Martínez ha dicho:

    Como siempre, todo un lujazo el poder leer tus artículos en Crónica Golf!

    PD: Esperando la segunda parte… 🙂

  2. El 31 de marzo de 2011 pkt ha dicho:

    Buen articulo maestro !!!
    Ahhh y el Golf La Nivelle sigue estando en Ciboure, je, je
    Place William Sharp
    64500 Ciboure

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