Zona Pro
El Westwood que un día conocimos
Enrique Soto | 19 de abril de 2014
Ahora parece muy lejano, pero no ha pasado mucho tiempo desde que Lee Westwood llegara al número uno del mundo, se intuyera como el relevo de Tiger Woods durante una buena temporada y sumara top 10 con la facilidad de quien sale a practicar temprano. En otras palabras, y para hacer memoria: Lee es un jugador al que no le asustan los retos. Lleva toda una carrera luchando por esa primera victoria en un major, ha ganado en Europa con soltura, liderado órdenes de mérito, asumido la responsabilidad de ser un referente en la Ryder Cup… Ese mismo hombre lleva dos años sin levantar un trofeo como campeón.
Y ha debido ser complejo, al menos si recordara todos los éxitos acumulados. Cambió a su entrenador de siempre por Sean Foley, esperando algo distinto, y tuvo que retractarse hace no mucho y apostar por una nueva alternativa, Mike Walker. Podrían haber intentado llevar su juego al siguiente nivel pero para Westwood, de cuarenta años, ese próximo escalón podría no llegar a existir. Para volver a hacer memoria: estamos hablando de un jugador que pegaba al drive en una línea tan recta como larga, que con sus hierros solía provocar oportunidades de birdie como una cosechadora y que, cuando estaba cerca de green, tenía una poderosa tendencia a dudar. Aún así, ese mismo hombre era seguro de vida.
No es difícil invocar al viejo Lee esta semana en Malasia. En primer lugar, y aunque parezca sorprendente, porque él mismo ha declarado sentirse muy cómodo jugando en Asia, ya fuera por el calor, la humedad o el tipo de hierba que crece por aquellos lares, más dura y larga. En segundo, porque el nivel que mostró antaño sigue los mismos patrones que le vemos ahora; su juego largo vuelve a ser un arma fiable, el corto raya una altura aceptable. Han hecho falta solo siete semanas con Walker para que encajar de nuevo las piezas.
“Fue difícil hoy”, declaró. “No jugué tan bien como los dos días anteriores, pero había banderas complicadas y hacía mucho calor. No recuerdo haber pasado tanto desde hace mucho tiempo. Era muy agobiante. Sigo liderando a falta de una jornada, por lo que estoy feliz”. Y sí, no fue el menos siete del jueves o el menos seis del viernes, días fáciles en lo que a veces, los jugadores, llaman irónicamente “la oficina”, pero Westwood firmó un menos uno que le sigue manteniendo en lo más alto. Lo dijo Bubba Watson el sábado pasado en el Augusta National: “Liderar a falta de una jornada es todo lo que puedes desear para un domingo en el Masters”.
Sucede en el Masters, donde Lee fue séptimo, y sucede también en el Kuala Lumpur Golf & Country Club. Mirar a todos desde arriba es siempre una ventaja, sin importar la diferencia; nadie gana los torneos un sábado. El inglés firmó tres aciertos en su vuelta y, con dos bogeys, alcanzó el menos catorce, con un impacto de ventaja sobre un desatado Andy Sullivan, que entregó el mejor resultado del día, 66. Julien Quesne (menos tres) es tercero, a cuatro del líder, mientras que Nicolas Colsaerts firmó el par y se quedó cuarto con menos nueve.
Un buen torneo es lo que está también llevando a cabo Eduardo de la Riva, que con un 71 marcha quinto con menos ocho, con serias opciones de dejar la tarjeta lista para ser sellada por el circuito mañana. Pablo Larrazábal, a pesar de los avispones, es vigésimo tercero con menos cuatro, mientras que Álvaro Quirós marcha trigésimo primero (menos tres) y Carlos Pigem cuadragésimo segundo (menos uno). Todos miran arriba y vuelven a verle a él, a Westwood. Es distinto a hace unos años pero, de algún modo, la escena es muy familiar. Es el mismo que conocíamos, y será difícil cazarle.
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