Es algo que todo aficionado ha escuchado en un campo de golf: “La clave es patear bien”. Y no solo ellos, sino muchos profesionales los que han predicado con el ejemplo durante años llamando a las puertas de los greenes de prácticas. De nada servía todo el esfuerzo empleado a lo largo de un par 4 si al llegar cerca de la bandera se empleaban tres putts, por lo que la lógica, históricamente, ha empujado a una idea del tiempo que debía emplearse en cada parte del juego. Ahora se ha demostrado que es errónea.
Nosotros os lo explicamos durante el pasado verano en un artículo dedicado a la distancia crítica en el golf o en otro referido a la relación de Justin Rose con su actual entrenador, Sean Foley. Él mismo, en esta entrevista, habla de que los números están demostrando que no se patea para ganar, sino de que antes existe un gran trabajo que determina en mayor medida el resultado. No lo dice gratuitamente, sino basándose en los estudios que ha llevado a cabo Mark Broadie, profesor de la Columbia University Business School, junto a un equipo de tres investigadores del MIT (Massachusetts Institute of Technology) y varios expertos en estadísticas del PGA Tour, que ya implementaron la llamada strokes gained-putting (golpes ganados pateando) en el año 2011.
Broadie presentará el próximo marzo un libro titulado “Every shot counts” (“Cada golpe cuenta”), en el que explicará las razones detrás de estas nuevas teorías (todas ellas probadas matemáticamente). Como adelanto, ha dado algunos datos que podrían ser muy relevantes de cara a cómo se entrena en el golf profesional:
– El putt contribuyó a un 35% de las victorias en el PGA Tour la pasada temporada, mientras que los golpes fuera del green lo hicieron en un 65%.
– Bubba Watson fue el número uno en lo que serían strokes gained-driving (golpes ganados con el driver), sacando casi un golpe por vuelta al resto de competidores.
– Haciendo la media entre los cuarenta jugadores que más golpes han ganado en cualquiera de las áreas (driver, hierros, approach, putt, golpes de menos de cien metros, etc.), el driver fue casi el doble más importante que el putt (28% frente a 15%).
– El que más golpes ganó entre todas las áreas fue Tiger Woods, con un total de 2,8 por vuelta, mientras que Jim Furyk fue segundo (1,84). El cuadragésimo fue Ian Poulter (0,78).
– El mejor ejemplo de la mayor relevancia del juego largo llega gracias a Vijay Singh, que en el año 2008 ganó el Bridgestone Invitational perdiendo 1,1 golpes por vuelta en los greenes. Es el peor despliegue pateando de un ganador desde que se calculan estadísticas en los torneos.
Todos estos números llevan irremediablemente a Tiger Woods. ¿Ha sido capaz de dominar este deporte en los greenes o gracias a su juego largo? Según Broadie, el putt contribuyó al 28% de los golpes que Woods necesitó en 24 torneos ganados durante nueve años. “Tiger ganó 1,14 putts por vuelta sobre el resto, mientras que consiguió 2,94 desde el tee hasta el green”.
Otro de los jugadores que ha abrazado con fuerza el trabajo realizado por Broadie y sus colaboradores ha sido Edoardo Molinari, que resumió así su aprendizaje: “Tenía todos los datos sobre mis torneos, pero no contaba con la habilidad para calcular dónde perdía y dónde ganaba más golpes. Era algo escéptico al comienzo, pero cuando algo está demostrado y miras tus números de los últimos diez años y son consistentes, es difícil decir que están mal”. Consiguió explicarlo de un modo aún más claro en esta entrevista concedida a Jason Sobel para Golf Channel: “Tú y yo jugamos un partido. ¿Preferirías tenerlo en el putting green, chispeando o viendo quién la pega más lejos y recta? Cogerías siempre el putt porque, por lo menos, tendrías una oportunidad. No tendrías ni una en el resto de áreas. Cuando lo piensas, tiene sentido”.
Es justo lo contrario a lo que se ha escuchado siempre en los campos y dice también mucho de la evolución que podría seguir el golf en las próximas décadas: jugadores más fuertes, más pegadores y, sobre todo, más consistentes, abriéndose paso ante los kilómetricos diseños de la actualidad. Los tiempos de Olazábal o Seve, que bailaban alrededor de la calle o los greenes, han llegado a su fin.
Deja un comentario