Open Championship by Decathlon

Dos golpes y un duelo en Royal Lytham & St Annes

José Ramón Rodríguez | 18 de julio de 2012

En los años 90 el R&A estableció un sistema rotatorio para establecer el orden en que se suceden las sedes del Open Championship. La rotación establece que los años acabados en 0 o en 5 se jugará en el Old Course, los acabados en 2, 4, 7 y 9 se jugará en algún otro campo escocés y los años acabados en 1, 3, 6 y 8 en un campo inglés. Sin embargo, ese esquema no es rígido y puede sufrir alteraciones, como sucederá en las próximas ediciones. La de 2014 se jugará en Royal Liverpool, la de 2013 en Muirfield y la presente en Royal Lytham. Este año será la primera en 150 años de historia en que el Open Championship se juega dos años consecutivos en un campo inglés.

Alexander Doleman, fundador del club

Alexander Doleman, fundador del club

Royal Lytham es el más septentrional de las tres sedes inglesas situadas en la costa del mar de Irlanda, junto a Royal Liverpool y Royal Birkdale. Se fundó en 1886 por impulso de Alexander Doleman, maestro y director de un colegio en Blackpool pero originario de Musselburgh, y un año después cambió de sede a su emplazamiento actual. El diseño original de George Lowe, el primer profesional del club, recibió pequeños cambios por parte de Herbert Fowler y C. K. Cotton, pero su estado actual se debe a la gran reforma que hizo Harry S. Colt en 1919, en la que se añadió distancia, algunos bunkers y se recolocaron ciertos tees y greenes. Royal Lytham es un campo extraño. Al contrario de lo que ocurre con el resto de campos de la rotación, no está junto al mar, sino encajonado entre casas de dudoso gusto y una línea férrea, y separado del mar por unos 800 metros. Tiene un clásico diseño out-in con un routing único entre todos los campos que han albergado un Grande a uno y otro lado del Atlántico: los primeros 9 empiezan y acaban con un par tres y los segundos 9 finalizan con 6 pares 4 consecutivos. Estos hoyos de vuelta se suelen jugar contra el viento, por lo que muchos de ellos se convierten de facto en pares 5. Súmense unas calles estrechas, incontables bunkers y unos greenes pequeños y resbaladizos y se tendrá una idea de ferocidad del final.

En los meses de verano, si el sol seca la hierba y la lluvia ralea, los greenes parecen hechos de hielo, en palabras del gran Henry Cotton, ganador de tres Open Championships. El contraste de la ida y la vuelta es tal que los habituales del lugar consideran un buen resultado jugar los primeros en dos o tres bajo y los segundos tres o cuatro arriba. Jack Nicklaus se dejó 10 golpes en los segundos nueve hoyos durante el Open de 1976.

En las diez veces en que ha servido como sede del Open Championship, Royal Lytham ha visto victorias históricas, como la de Tony Jacklin por ser la vuelta de ganador británico a un Grande tras casi veinte años de sequía o la de Peter Thompson, con la que copiaba la trayectoria de Tommy Morris. Pero por encima de todas hay tres, conseguidas por dos jugadores extraordinarios, dos primeras veces inseparablemente unidas a dos golpes de leyenda y una más en que se vivió un enfrentamiento épico.

Royal Lytham 1926: Bobby Jones
Bobby Jones recibe la jarra de clarete en 1926

Bobby Jones recibe la jarra de clarete en 1926

De la misma forma que el germen de Augusta National fue una prematura derrota en el US Amateur, la primera victoria de Bobby Jones en el Open Championship fue posible por una derrota inesperada. En la primavera de 1926 Jones se encontraba en Gran Bretaña para jugar la Walker Cup y el British Amateur. Jones ganó la Walker como miembro del equipo americano, pero fue eliminado prematuramente en cuartos de final del British Amateur, lo que le hizo cambiar de planes y permanecer en Europa para disputar el Open Championship.

Bobby Jones participó por primera vez en el Open Championship en la edición de 1921 disputada en el Old Course, en la que con apenas 19 años estaba haciendo un buen torneo. Después de 36 hoyos estaba decimotercero, a cinco golpes del líder y era el primer amateur, pero en la tercera ronda se dio de bruces con el bunker Hill del hoyo 11 desde donde hizo tres swings sin conseguir salir. Enfadado y frustrado, se metió la bola en el bolsillo, rompió su tarjeta y abandonó en ese momento St Andrews abominando del Old Course. Años después, reconoció ese instante como error más grave de toda su carrera, por el que pidió disculpas.

Bobby Jones no volvió a participar en el Open Championship hasta cinco años después. En 1926 Jones era un jugador mucho más experimentado; había ganado dos veces el US Amateur y otras dos el US Open, la última ese mismo año. Sin embargo, eso no le libró de jugar la ronda previa, que por primera vez se disputaba para disminuir un plantel inicial de 293 jugadores a tan solo 117. Bobby Jones jugó en Sunningdale haciendo dos rondas de 66 y 68 golpes. En una época en que hacer menos de 70 era una rareza, esas dos vueltas se consideraron lo más próximo que se podía estar a la perfección jugando al golf. Pero el Open en Royal Lytham no iba a ser igual.

Walter Hagen empezó fuerte con un 68, pero quedó un poco descolgado con los 77 golpes de la segunda ronda. Jones tomó entonces el liderato empatado con Bill Mehlhorn, a un golpe de Hagen y a dos de Al Watrous. Durante años el último día de competición era el viernes, en el que se jugaban dos rondas, para permitir que los profesionales pudieran estar el sábado a disposición de los miembros de cada club. Watrous, que quedó emparejado con Jones, hizo un 68 en la primera ronda del viernes. Los dos jugadores marcharon a su hotel para comer y descansar entre rondas y a la vuelta Jones se dio cuenta de que había olvidado su tarjeta de identificación. Ese Open era el primero en que se reguló el acceso del público, exigiendo una entrada para controlar a los espectadores y evitar que acosaran a los jugadores como había ocurrido el año previo en Prestwick. Jones dio con un portero inflexible y se vio obligado a comprar una entrada para poder acceder y jugar los últimos 9 hoyos.

Bobby Jones, vigilado por Al Watrous

Bobby Jones, vigilado por Al Watrous

Watrous llegó con una ventaja de dos golpes a cinco hoyos del final, pero acabado el 16 ambos jugadores estaban empatados. En el 17 Jones pegó un pull que mandó su bola a una zona arenosa a unos 160 m de bandera, mientras que Watrous ponía su bola en la calle y después en el collarín de green. Jones, que no podía ver el green desde donde reposaba su bola, tuvo que cruzar la calle para valorar sus opciones, y hecho esto pegó un soberbio golpe que puso la bola en green, salvando el par. El golpe dejó estupefacto a Watrous que necesitó tres golpes para acabar el hoyo, perdiendo un torneo que tenía virtualmente ganado.

La célebre placa de Jones

La célebre placa de Jones

Por su parte, Walter Hagen no podía permitir quedarse fuera de un final tan dramático. Hagen jugaba en un partido que iba por detrás del de Jones y en el 18 necesitaba hacer un dos para empatar. Con su bola a unos 100 metros de green desplegó lo mejor de su enorme sentido escénico y se dirigió a green, desde donde estudió el golpe como si se tratara de un putt. Incluso indicó a su caddie que atendiera la bandera. Hagen golpeó, la bola picó poco antes del hoyo y pasó rodando a escasos centímetros para detenerse en un bunker desde donde firmó un doble bogey.

El golpe de Bobby Jones desde el 17 quedó para la historia. El mashie que utilizó, equivalente a un hierro 5 actual, está en las vitrinas del club que además colocó una placa conmemorativa en el lugar desde donde se ejecutó.

Royal Lytham 1979: Severiano Ballesteros
Seve, en su paseo triunfal por la calle del 18 en 1979

Seve, en su paseo triunfal por la calle del 18 en 1979

Habían pasado tres años desde la conmoción que causó Seve en Royal Birkdale. En esos tres años, Seve había ganado 13 torneos en los cinco continentes, entre ellos el Lada English Golf Classic (posterior English Open) ese mismo mes y figuraba entre la lista de favoritos aunque sus resultados en los Grandes previos no habían sido especialmente llamativos. Nicklaus, Tom Watson, Ben Crenshaw y sobre todo Hale Irwin, que venía de ganar su segundo US Open, estaban por delante de Seve en las apuestas.

Un campo atípico como Royal Lytham produjo un primer líder atípico. Un tal Bill Longmuir, profesional de golf, repartidor de muebles y ganador del Open de Nigeria disputado en 1976 bajo el fuego de la fusilería por la guerra civil que se libraba, hizo dio 65 golpes que le proporcionaban una ventaja de tres golpes sobre un Hale Irwin que presentaba desde el primer momento sus credenciales.

Irwin felicita a Ballesteros en 1979

Irwin felicita a Ballesteros en 1979

Seve desplegó el mismo juego que en Royal Birkdale, con una potencia tan portentosa como errática. El segundo día, en el que hizo 65 golpes, no cogió una calle hasta el hoyo 14 y en todo el torneo solo cogió 9 de 56 calles posibles. En cierto momento Seve llegó a decirle a su caddie que estaba por pegarle con los ojos cerrados, a ver si de esa forma la bola acababa en la calle. Ese calamitoso juego largo lo compensaba sobradamente con su prodigioso juego corto y de putt. Dicen que fue Roberto de Vicenzo el que le indicó jugar así. Le aconsejó pegarle fuerte para luchar contra el viento y sacar partida de su talento recuperando. Parecía no importar donde acabara su bola desde el tee, Seve era capaz de salir con airosa brillantez de cualquier situación. Durante el torneo visitó 14 bunkers sin dejarse un solo golpe en ellos.

Los 65 golpes de Seve de la segunda vuelta se encontraron con Hale Irwin repitiendo el 68 de la primera. Nicklaus y Crenshaw parecían aguantar el ritmo desde cierta distancia, mientras que Tom Watson se hundía. Las cosas que no se aclararon en la tercera ronda lo hicieron en los primeros hoyos de la cuarta. Antes de empezar, Irwin contaba con una ventaja de dos golpes sobre Seve, tres sobre Nicklaus, cuatro sobre Crenshaw y cinco sobre Watson. Las opciones de Irwin se empezaron a acabar en con el doble bogey del hoyo dos que le ponía camino de un doloroso 78 final. Los dobles bogeys en el tres y en el siete de Watson contribuyeron a su miserable 81 final. Y otro doble bogey en el cuatro le ponía las cosas muy difíciles a Nicklaus. Solo Crenshaw aguantaba con Seve, con el que llegó empatado en cabeza al tee del 17, pero acabó firmando otro doble bogey que le dejaba virtualmente fuera.

Seve levanta la ansiada jarra en 1979

Seve levanta la ansiada jarra en 1979

Si el Open de 1926 fue recordado por el golpe ciego de Jones, el de 1979 quedó resumido en dos momentos. El primero es el famosísimo segundo golpe de Seve en el 16, un par cuatro corto de unos 300 metros. Para no rehuir su plan de juego, Seve le pegó con toda su alma y su bola terminó unos 55 metros fuera de línea, debajo de un Ford Cortina en un aparcamiento cercano. Después de aliviarse sin penalización, pegó un wedge y embocó un putt de no menos de 8 metros para hacer un improbable birdie. El segundo momento fue ver a Hale Irwin agitando su pañuelo a modo de bandera blanca tras el golpe que dio Seve, de nuevo desde fuera de línea, al green del 18.

La victoria de Seve en 1979 fue ilógica, brillante e histórica. Ilógica por haberse conseguido con un juego tan disperso, brillante porque Seve hizo cuatro birdies en los imposibles últimos cinco hoyos, e histórica porque le convertía en el ganador más joven del Open Championship desde el siglo XIX y en el único europeo continental que lo ha ganado junto a Arnaud Massy, ganador en 1907.

Royal Lytham 1988: Severiano Ballesteros

Nueve años después Seve volvía a ganar el Open Championship en Royal Lytham. El campo y el protagonista fueron los mismos que en el 79, pero el juego desarrollado fue completamente distinto. Frente al caos y la dispersión que fue su primer triunfo en Royal Lytham, en la última vuelta del 88 Seve solo falló tres calles, ninguna por más de dos o tres palmos, y cogió 15 greenes en regulación. La sorna habitual de Seve no ayudaba a encontrar la razón del cambio:

“No lo sé. Mi putter es el mismo. Mi madera 3 la misma, mi sandwedge, mi ropa, todo igual. La única diferencia es que soy nueve años más viejo. Puede que sea un poco más maduro”.

Sin duda los cuatro Grandes y las dos Ryder que había ganado desde el 79 eran sobrada fuente de madurez, pero no eran suficiente explicación. Para muchos, buena parte del cambio de juego se debió a la ausencia de su hermano Vicente como caddie. Hasta entonces era una imagen habitual en los grandes ver a Seve y a Vicente hablando con vehemencia, cuando no discutiendo abiertamente, durante el recorrido. Aquel año Seve tomó de caddie a Ian Wright, un inglés conocido en el mundillo por su placidez y templanza. “Hacer de caddie para alguien de la familia debe ser como enseñar a conducir a tu mujer”, dijo Wright sobre el cambio.

Seve, en acción en 1988

Seve, en acción en 1988

El Open Championship de 1988 se inició con el más típico y esperable tiempo inglés. Hubo niebla, hizo frío, viento, llovió, el campo estaba blando y embarrado, a pesar de lo cual Seve firmo una grandísima primera ronda, con unos primorosos 30 golpes en los nueve de ida, solo empañados con dos golpes de penalización por bola injugable en los hoyos 14 y 18, para un total de 67 golpes. Esa vuelta recibió cumplida respuesta el segundo día de la mano de los 67 golpes de Nick Price. A partir de ese momento quedó claro que el título se disputaría entre ellos dos. El tercer día el juego se suspendió por la lluvia, pero al quedar algunas zonas del campo completamente inundadas no fue posible reanudar la jornada del sábado, por lo que se descartaron todos los resultados del sábado (ningún jugador había acabado su vuelta) y hubo que aplazar la jornada al domingo. En un principio se pensó en adelantar las salidas para poder jugar las dos últimas rondas el mismo día, pero tampoco fue factible porque a primeras horas de la mañana el campo seguía demasiado blando y con mucha agua en determinadas zonas. Finalmente el domingo solo se pudo disputar la tercera ronda, dejando para el lunes la última, por primera vez en la historia del Open Championship.

El último día, Price, Ballesteros y Faldo formaron un inusual último partido forzados por las suspensiones previas. Desde el comienzo, Price y Ballesteros pusieron tierra de por medio y eso les permitió centrarse el uno en el otro, espoleándose mutuamente a jugar el mejor golf posible. Era algo que ambos sabían: deberían de dar lo mejor para ganar el torneo. El partido de Price y Seve, con Faldo como fedatario de excepción, fue un match play que se jugó por golpes con tres momentos culminantes.

El primero fue en el hoyo 7, el primer par 5. Price, que iba delante por un golpe, había pegado un magistral hierro dos para dejar su bola a un par de metros de bandera. Seve respondió con un hierro 5 que dejó su bola como la de Price. Ambos hicieron el eagle, pero el golpe moral que recibió Price fue enorme.

El segundo momento se vio en el hoyo 16, el mismo que años antes había servido de fondo para el icónico golpe desde el aparcamiento. Esta vez Seve jugó hierro 1- hierro 9 para dejarse un putt de escasos centímetros para birdie, con el que se ponía arriba en la clasificación. El último fue en el 18. Seve dejó una nueva prueba de su maestría con un chip de unos 20 metros que pasó rozando el hoyo y se detuvo a no más un palmo de bandera. Hizo el par y conquistó su quinto Grande.

Los 65 golpes de Seve ese último día igualaban el récord de vuelta más baja de un ganador en la cuarta ronda. Por su parte Price hizo una extraordinaria vuelta de 69 golpes, sin más errores que un putt de poco más de un metro fallado para par en el 14. Seve lo reconocía cuando al embocar el último putt le dijo a Price: “Nick, has jugado tan bien como yo. La única diferencia es que yo tuve algo más de suerte”. En la última ronda, y sobre todo en los 9 hoyos de vuelta, se vivió un nuevo Duelo al Sol como el de Turnberry 12 años antes. Para muchos periodistas, y para el propio Seve, aquellos 65 golpes fueron la mejor vuelta de toda su vida.

Como escribió el periodista Dan Jenkins en Golf Digest, para honrar el gran golpe que dio Bobby Jones en el hoyo 17, los rectores de Royal Lytham pusieron un placa en el lugar desde donde se ejecutó, pero no hubiera sido posible conmemorar los grandes golpes de Seve aquel lunes del mismo modo, porque el campo hubiera quedado injugable.

La victoria de Seve le restituía el derecho a ser considerado el mejor jugador del momento. Seve ganó con el juego más controlado y sobrio de su carrera, añadiendo consistencia a su natural explosividad y sirvió para acallar las críticas que le tachaban de ser un jugador demasiado temperamental y confiado en su juego corto como para volver a ganar un Grande. Pero por encima de todo, su quinto Grande sirvió para exorcizar el pasado. Seve pudo quitarse el sambenito de “Campeón del aparcamiento” con el que fue conocido en Estados Unidos y le hizo olvidar la decepción de la derrota en el Masters de 1986.

Seve con el trofeo en 1988

Seve con el trofeo en 1988

El domingo 13 de abril de 1986, Seve marchaba líder en el tee del 15 de Augusta National con un golpe de ventaja. La salida fue buena y le colocaba en disposición de llegar de dos a green, pero envió su bola al agua y falló en la recuperación haciendo el bogey. El Masters pasaba a estar en manos de Nicklaus, quien lo terminaría ganando por sexta vez. Hasta la victoria de Royal Lytham, Seve nunca había reconocido lo mucho que se había resentido su confianza a causa de aquel golpe que mandó al agua y cómo había afectado a la crisis de resultados de la temporada previa.

“El quinto título de un torneo del Grand Slam significó mucho más que un nuevo Grande. Había atravesado una mala racha desde el Masters del 86. No se habían olvidado de mí en la escena golfística europea porque habíamos tenido dos gloriosas victorias en la Ryder en 1985 y 1987, pero era consciente de que necesitaba hacer algo para recuperar el terreno perdido y volver a ocupar el lugar que merecía entre los grandes jugadores. Necesitaba un gran éxito individual del máximo nivel. […] Ahora ese golpe se ha olvidado [el del 15 en Augusta]. En su lugar recordaré como he jugado hoy”.

1 comentario a “Dos golpes y un duelo en Royal Lytham & St Annes”

  1. El 18 de julio de 2012 @pacozm ha dicho:

    Magnífico artículo José Ramón, enhorabuena!

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